Hola,
mi nombre es Chanchito y quizás me recuerden por columnas tales como Chanchito no te censura o La columna de Chanchito (pinchando en
cada columna hasta podés acceder a ellas, ¿lo que es la ciencia, no?). Hoy
vengo a hablarles de los sueños. ¿De los sueños que tengo para el futuro en mi
vida? No, ¿o te crees que soy Boris Cristoff? No soy el vejete sacado de una cámara de congelamiento y traído
de siglos atrás que invitan a Punto Penal antes de cada clásico (es el Pulpo
Paul uruguayo, pero no se muere).
Vengo
a hablar de eso que te pasa cuando apoyás la cabeza en la almohada, de eso con
lo que Freud se ganó unos pesos, de eso que no entendés ni recordás la mayoría
de las veces, a pesar de que los expertos (en algo) te recomienden tener una
libretita en la mesa de luz para anotar lo que soñaste apenas te levantás.
Yo
no sigo a esos expertos. Pero sí recuerdo algunos sueños que me han marcado la
vida de chancho que estoy llevando. Hace años, cuando todavía existía el fútbol
los viernes de noche en este país (aprovecho el momento para solicitar a las
máximas autoridades de este fútbol, que se aggiornaron un poco y ahora tienen
página web que no parece un blog [con el máximo respeto que me merece blogspot,
que te da más opciones para hacer algo presentable, no como lo que tenía la AUF
anteriormente], para solicitar que se vuelva a jugar los viernes de noche; es
cuestión de iluminar el Della Valle o el Parque Maracaná, y listo), me
encontraba pegado a la radio escuchando un partido entre Racing y Rocha, si mal
no recuerdo.
Sí,
burguesito, antes no tenía televisión por cable. Pegado a la símil Spica, me encontraba
acostado en la cama de mis padres escuchando el atrapante partido del fútbol
uruguayo. Me dormí. Pegado a la almohada comencé a soñar un partido, soñé un
par de goles, los visualicé, escuché su relato. Por estas cosas de la vida, el
domingo a la noche me encuentro con el “show de goles del fútbol uruguayo” (momento
que ansiaba y que rápidamente se me iba de las manos como agua entre los dedos,
valga la redundancia pelotuda que acabo de efectuar), y cuando llegó el partido
Racing-Rocha (no recuerdo bien si era Rocha, Racing era seguro), comienzo a ver
los mismos goles de Pablo Islas que
había soñado.
Me
asusté. Tuve miedo. Me sentí solo. Lloré. Lo cierto es que ni Abel Duarte y sus
“divagues” de la madrugada de domingo supieron explicar mi fenómeno metafísico.
¿Qué por qué no fui a un psiquiatra, psicólogo o psicoanalista? No tenía plata
para cable y querés que tenga para un “cura-locos”…
Mi
segundo sueño fue hace muy poco, días antes al Día de la Madre. Me encontraba
en una situación irrepetible, yo comprándole algo a mi vieja, la chancha vieja.
Sí, lo que estás pensando, soy tan rata que no suelo comprarle nada; pero
tranquilos, es política familiar. En esa situación tan atípica me veía
comprándole algo, la vendedora me ofrecía los métodos de pago (esto es bastante
real, ¿no?), pero me preguntaba si quería pagarlo con la tarjeta “Women”, tarjeta que hasta en mis sueños
desconocía. Sí, lo juro, y que estas escrituras funcionen como actas
declaratorias: no conocía dicha tarjeta Women hasta el momento de mi sueño.
Días después tampoco la conocía, días después me encuentro con el programa del
12 (Sonríe) y veo a Cecilia Bonino haciendo el chivo de dicha tarjeta. Lloré de
nuevo.
Muchas
interrogantes se abren ahora en mi cabeza: ¿publicidad en los sueños? ¿Están
experimentando conmigo? ¿Las profecías de Futurama son ciertas? ¿Qué habré
comido que me encajó el chip para hacerme conejillo de indias de las
transnacionales?
Los
voy dejando por acá, probablemente no me crean, probablemente están diciendo
que enloquezco día a día (no lo descarten a eso), y probablemente me busquen
para intentar localizar al que me la vendió. No, no consumo marihuana ni me la
regaló un amigo, tampoco fue un presente que acepté de muy buen agrado.
Hasta
la próxima, súbditos, digo amigos.
La responsabilidad de
todos los conceptos vertidos es de Chanchito. “Fijate si puso la puerca” se
deslinda absolutamente de toda demanda que pueda realizarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario