Santa la criolla

Mirar televisión abierta en Uruguay en medio de semana santa debería estar establecido por la Biblia como el octavo pecado capital. Además de las toneladas de basura argentina que no por ser semana santa descansan (este gremio de recolectores de basura argentina no tiene problema ninguno, te trabaja hasta un viernes santo), hay que encontrarse a diario con constantes dejavúes de años tras años.
Y me refiero a lo que ustedes ya se imaginan, las notas de color en los informativos. Las criollas y todo, absolutamente todo, su entorno. Desde los paisanos haciéndose el asado, entrevistados como si un fenómeno ajeno a la naturaleza montevideana estuviera invadiendo el cemento capitalino; cuando todos sabemos que no se trata de otra cosa que un asado, un pedazo de carne cocinándose a las brazas. Pero año tras año los “gauchos” son interrogados con la profundidad que merece la fecha, con la seriedad de un entrevistador profesional, con todo el periodismo de investigación uruguayo resumido en una sola pregunta: “¿y? ¿cuesta avivar ese fuego, don?”.

Nunca faltan los porrazos que más de un cristiano se pega al montarse a un caballo para jinetearlo. Y he aquí un punto clave. Hablar de jineteadas en semana santa es hablar de un clásico. Es como el Real Madrid – Barcelona de las costumbres orientales, como el Nacional – Peñarol de los deportes criollos en nuestro país, como el River – Boca de la estupidez uruguaya. A ver, son un espectáculo las caídas en las jineteadas, porque obviamente hablamos de lo que la gente espera, ver a esos deportistas de la monta enterrados de cabeza. Porque seamos sinceros, seguramente este deporte tan respetado, tan difundido en esta semana, y tan salvajemente idiota, tiene sus Messis y sus Cristianos Ronaldos, pero la verdad es que nadie los conocemos; entonces ¿qué esperamos? que se revienten contra el suelo. Pero seámonos más sinceros aún, no precisamos mirar la televisión, esperar los sangrientos policiales, los 25 minutos diarios de Mujica, y las interminables tandas, para ver a un cristiano caerse de pico; basta con concurrir a una feria un sábado de mañana. Con esas naranjas rodando por la calle ríanse de un universitario yankee con calibre 22 en mano.

“Hasta los canarios de las criollas te levantan un estadio”, dijo un día un paisano que por ahí pasaba, mientras terminaba de ensillar su mate comentaba lo que veía. “Eso sí, ya no son como antes, vos ves que la gente no viene, siempre hay claros en las tribunas. Pero bueno, la butaca para la semana entera te sale cara, para eso te gastas esa plata comprando alguna chuchería en la feria. Yo creo también que tanta violencia con los caballos esos que te salen como locos; te aleja un poco la familia de las criollas”, agregaba.

Y para cerrar, otro clásico de un viernes santo: la nota en las pescaderías. Yo vendedor de pescado, pescador, traficante de merluza, adicto a los mejillones, magnate en la industria del cazón, o simple cazador de bagres*; me frotaría las manos, limpiaría un poco el local, cada mañana miraría al espejo imaginando que soy enfocado por una cámara para hablar de ese tema tan profundo para nuestra sociedad. Igual, pensándolo bien yo creo que el pescadero no es bobo. Pondría las manos en el fuego a que ven venir semana santa y comienzan las cargadas de “¿sabes cómo le dicen a los periodistas?”, “¿qué diferencia hay entre un periodista y un…”, o “había una vez un periodista, tan pero tan bobo que…”. Concluyendo su semana de regocijo con el momento clímax de la interacción pescadero – periodista, con la pregunta sorpresa de éste último: “¿se vende bien en esta fecha?”.
No queda acá, todo esto se ve acompañado de la constante preocupación de las caras visibles de los informativos sobre el estado del tiempo en esta semana, con tono de “no vaya a ser cosa que les llueva”. Como si les fuera de su incumbencia a estos señores atornillados a un sillón cómodamente acolchonado, bajo un aire acondicionado ajustado según les convenga.
Por eso a veces uno se pregunta a uno mismo: ¿esto no lo vi antes ya? Y la respuesta es sí, pero la verdad es que si nos están pasando imágenes y entrevistas de archivo; no nos enteramos, a menos que llame algún familiar para avisar que la persona que acaban de entrevistar falleció hace 15 años. Y esto también se vuelve difícil, como todos sabemos que un medio se retracte de algo es más difícil que comerte un choripan en el estadio y terminar limpio. Entonces año tras año nos hacemos la misma pregunta, porque año tras año nos parece ver lo mismo; si esto no es la cadena cíclica más grande e interminable de dejavuses, no sé qué es.
*No soy ninguna de las anteriores opciones citadas. Oficialmente abandoné una de ellas, tiempo atrás.

Las nuevas redes sociales y las tecnologías modernas han gestado a una nueva tribu social: el gaucho flogger. Como observamos en la imagen su principal característica es la de autofotografiarse siempre en alguna situación cotidiana de su condición de gaucho. Como sabemos, los tiempos cambian, también las camisas de los nuevos gauchos se adhieren a la corriente fluor, que cada vez gana más terreno en nuestra sociedad; seguramente tenga fin el día que masivamente nos quedemos todos ciegos con una encandilada generalizada en una chapa de dolmenit. También se los podrá ver fotografiados peinando un caballo, cortando el asado, o como todos, en el espejo del baño.

2 comentarios:

  1. Che, ¿no será que está mal puesto el cosito pa las opiniones? digo...la costumbre es de mejor a peor de izquierda a derecha ,por eso la gente te tilda el "me gusta" sin leer siquiera, por reflejo. Porque pa mi esto es un Essselente de acá al Prado (si, ya sé que vivo cerca pero es pa que tenga que ver con la columna).

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  2. Bueno, hacele un reclamo formal a la Asociación de Cosito pa Opionones. Seguramente atenderán tu reclamo, no creo que tengan mucha cosa pa hacer que andar calificando por ahí o mandando mensajes a las encuestas del informativo de canal 4,

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