Comenzamos una nueva sección en este blog. Blog en donde la avidez por comenzar nuevas secciones ha llevado a que éstas en el futuro no se continúen. Tranquilos, van a haber segundas partes.
En este caso un enviado especial de la producción asistió a Avellaneda con motivo del encuentro copero entre Peñarol (quedate quieto corrector ortográfico Bolso, no me subrayes Peñarol, ahí vas de vuelta) e Independiente. Su nombre se mantiene en el anonimato, ya que prefiere usar este seudónimo: “el diee CAPurro”.
Gracias a “el diee CAPurro” les presentamos la siguiente crónica del partido:
Desde un principio ya las cosas comenzaron mal. Nuestro viaje coincidía con la del plantel aurinegro, debido a la tarea de corresponsal que se me asignó para cubrir dicho encuentro. Pero de pique comenzaron los problemas. El chofer del micro que comúnmente traslada al conjunto carbonero (hace 18 años que se desempeña en esta profesión, ta, es cierto, nunca pudo pegar el pase) nos trasladó hacia el aeropuerto; no sin antes preguntarnos si íbamos en barco o en avión (no entendimos por qué preguntó, era chofer de ómnibus, no taxista). Todo en orden hasta que ingresamos al aeropuerto, en donde nos encontramos con que estaba cerrado. Un parroquiano que caminaba por el lugar, mientras cebaba un amargo y reía al vernos, nos indicó amablemente que éste aeropuerto no se utiliza más. “Yo les dije” se escuchó decir a Freitas, “vos callate que estás en penitencia”, dijo el Tony.
Solucionado el percance nos dirigimos al aeropuerto nuevo; había que ver el brillo en los ojitos de varios jugadores. Un viaje tranquilo, y bastante rápido; ya Darío se nos había echado a dormir en el asiento, al llegar fue muy difícil despertarlo, no entendía cómo habíamos llegado tan rápido.
En Argentina algunos problemas volvieron a surgir. A Alonso ya desde que bajó del avión se lo notaba muy nervioso, tuvo algún inconveniente con el pasaporte, al que le faltaba un sello; y terminó a golpes de puño con la empleada del lugar, un poco apresurado de su parte.
En el hotel surgieron varios entre dichos ya que nadie quería compartir pieza con Darío, el problema terminó solucionándose al otorgarle una pieza con cama de dos plazas para él solo. Los problemas no quedaron ahí, ya que al ingresar a sus piezas cada uno terminaron percatándose de que varias no poseían agua caliente en sus duchas, algunas camas estaban rengas, y un par de dormitorios no tenía puerta. Consultado sobre esto Damiani confesó: “la verdad es que los años pasan, pensar que nosotros veníamos con mi viejo en aquellas Libertadores que jugábamos hace 10 años; no pensamos que el hotel se viniera a menos con la crisis del 2002”.
Poniendo voluntad los muchachos carboneros pudieron llevar adelante su estadía, aunque en más de una oportunidad terminaron a roscazo limpio para debatirse a quién le tocaba bañarse con Freitas.
Entrando directamente en el partido ya el nerviosismo se había trasladado desde la tribuna. Porque en el precario hotel los hinchas carboneros habían solicitado amablemente que se negociara obtener más entradas. “Ven que no soy yo, me obligan a ser boludo” habría dicho Damiani, antes de salir con el gordo Barrera a negociar dichas entradas.
No se pudo obtener dichas entradas, y entonces los carboneros tuvieron que bancársela de camuflados entre los parciales del Rojo. “¿Ah esta vez no te hacen un pulmón eh? Ni chistés que cobramo”, fueron algunas bromas que circulaban entre los hinchas de Peñarol.
“Ese es manya”, habría dicho un hincha de Independiente cuando vio irse antes del partido a un parcial de la tribuna, quien se dio vuelta y respondió: “sí, ¿y qué? A la salida un mano a mano vos con él, mi amigo, ese que está acá al lado, conmigo no; pero ponete championes”. A la salida se buscaron, pero entre tanta gente, tanta policía y tanto disparo, no se encontraron. “Estaba desequilibrado” habría dicho el hincha del Rojo. “me pidió que me ponga championes, ¿en qué idioma hablaba?”. El hincha carbonero, consultado por todos los principales medios uruguayos, señaló que “fue como que me hubieran tocado la cara, y no hay nada peor para un hombre que te toque la cara otro hombre; eso en mi barrio, bueno, no tengo barrio, pero a Obdulio le tocaban la cara y no contabas el cuento”.
Luego del partido, y con el resultado que todos conocemos, jugadores de Peñarol habrían confesado que se sintieron desorientados en todo el partido. “Desde que llegamos al estadio nos sentimos raros, no era el estadio Centenario, eso nos desconcentró un poco”, fueron palabras de Diego Aguirre, quien actualmente se encuentra negociando para jugar los partidos de visitantes de la Copa también el estadio Centenario, el gordo Barrera ya se encarga del tema.
Tony: “fue una sensación extraña jugar fuera del Centenario, por momentos no sabíamos ni dónde estábamos, por eso salgo como si estuviera bailando en esa foto, estaba desorientado”. |