Esto de escribir y que no te lean está bueno porque los insultás y no se terminan dando cuenta, porque nadie te lee hasta el final


No es fácil hacer humor. Les confieso que jamás me preparé en ninguna academia, ni siquiera tuve algún maestro que fuera medio chistoso en la escuela. Al contrario, ir a la escuela está preparado para que uno sufra; ni te digo el liceo. Son batallas de supervivencia sin extremos algunos, o vas a salvar o vas a fracasar y empezar a condenarte el futuro adentro de esas cuatro húmedas paredes y sin calefacción en invierno. Al propósito de mi liceo: era discriminatorio. Un poco por una bendita reforma que hizo ampliarlo, y otro poco porque se les antojó; y claro que se les antojó, si unos alumnos tenían que sentarse en esos bancos en los que el propio cacique de la tribu Charrúa intentó cortar para leña, pero estaba tan dura la madera que simplemente los dejó machucados y medios entrecortados; y sobre ellos terminábamos haciendo los escritos, quién no rompió una hoja con tan solo apoyar el lápiz. Claro, tampoco podías apoyar la hoja en una cuadernola porque ya estabas copiando. Eso para mí es falta de profesionalismo, si no querés que copie de la cuadernola, ¡vigilame! Para eso te pagan, éramos 20, no te quejes y ganate el peso. Claro, pero no expliqué porqué era discriminatorio, unos escribíamos sobre madera chamuscada y otros estaban sentados en cómodos asientos recién llegados de la capital o vaya a saber qué planeta donde las personas son todas derechas y pesan y miden lo mismo.
Me fui un poco por las ramas. Jamás tuve una escuela para hacer humor, de hecho mi escuela era lo suficientemente triste como para engendrar toda una generación de abogados, médicos o periodistas deportivos. De paso les aviso que si puede alguien avisarles que ya pasó la fecha de los 125 años, pueden ir sacando esa pancarta.
Insisto, mi escuela supo engendrarme fracasado y ahí creo que se crió el bichito de mi humorada. Después les cuento más sobre eso, háganme acordar; porque les quería decir algo antes, sobre mi fracaso: desde quinto año me hicieron sentir la amargura de la victoria que pudo ser. Hablo sobre la elección de abanderados, no me vengan con que nadie soñó ser uno de los giles que cargan la bandera todo el acto; yo era uno más. No gozaba de popularidad, es cierto, pero contaba con algún que otro amigo como para recibir algún voto (sí, en mi escuela los abanderados se elegían por votación popular de los compañeritos; en la tuya no sé, no soy José Pedro Varela pa’ saber todo). Para llegar a que te voten tenías que ingresar en aquella “lista de honor”, es decir, aquellos alumnos con mejores calificaciones o hijos de maestras en cuestión. El problema aquí fue la inclusión de un “compañero” que se sabía que al año siguiente dejaba la escuela, ¿cuál era el problema? que yo no estaba en la lista, pero era el que ingresaba inmediatamente si alguien faltaba, era el primero de los desgraciados que quedaban afuera, el que por un puntito (u otra cosa) quedó por fuera de la “lista de honor”. Y eso señores fue trampa hacia mi persona, quedé sin la posibilidad de ingresar en aquella lista y por lo menos poder ser votado por una sola persona, pero no terminar siendo el segundo escolta de la tercera bandera (la de los Treinta y Tres); lo que finalmente me tocó ser. Visto con el diario del lunes creo que fue lo mejor que me podría haber pasado (aunque insisto con que fui robado vilmente), porque de permanecer en ese puesto “primero en los desgraciados” me correspondería tener nada más ni nada menos que el honor de llevar delante de los crá de los abanderados, la pancarta con el número de la escuela (ni nombre tenía).
Tuve entonces la fortuna de ser escolta, el último, ese que salía por detrás de todos cuando se retiraban los abanderados y al que todos los padres mirarían como diciendo “mirá, ahí está el gil que salió último en la votación, es el típico bocho pero que los compañeritos no lo quieren”; y nada más errado, lo de bocho digo.
Usted en este momento se estará preguntando qué tiene que ver todo esto en la formación de mi “yo humorista”: en todo, les responderé. Si yo no me río de mí mismo y desde el punto de vista del fracasado, quién más. El día que tengas todas las perdidas que yo tuve, venime a hablar. Muy fácil ser el crá de la escuela, el facha del liceo, el que las sabe todas en la facultad, y el que levanta de a carretillas en los boliches; pero sino tenés perdidas flaco, lo único que podés hacer es contar un chiste que otro haya hecho; otro frustrado como yo.

(Atención: los conceptos anteriormente vertidos son propiedad de quien lo escribió. Por más obviedad que sea estamos en la necesidad de aclararlo: no soy humorista, repito, no soy humorista, lo intento y creo fracasar menos que en todo lo demás; ¿o también? Ta, usted dirá que soy más un irónico que un humorista, bueno; andá a explicarle a las escuelas de standaperos que eso que hacen no se llama humor).

PD: un día fui abanderado, no recuerdo qué pasó pero algo así como una gripe porcina los dejó a casi todos sin ir a dicho acto; claro que de la bendita bandera de los Treinta y Tres. Bueno, no estuvo tan mal, lástima que en mi casa nunca me pudieron comprar esos “guantes de abanderados” blancos, y a mí un poco se me resbalaba el mástil con mis guantes de lana blancos. Otro infortunio fue que no existía la masividad de las cámaras fotográficas que hoy hay; por ende no hay registro alguno de ese día, ni mi viejo me vio, solo mi madre, la que todavía no maneja un celular, menos en esa época una cámara fotográfica.

Una especie de esta porquería podría haber terminado siendo. La suerte estuvo de mi lado, al menos una vez.

Parece mentira las cosas que veo


Luego me dicen que no (los duendes que viven en mi ropero). Cada día que pasa mi sensación térmica, sobre lo mal que se escribe, está creciendo a pasos agigantados; y de paso si ando con la cámara lo registro. Pensar que crecimos en un país donde en todas las escuelas nos machacaban lo bien que andábamos en esto de la educación; algo así como la Suiza de África o que en cada esquina había una un flaco pidiendo un peso para comprarse un libro.
Pensándolo bien debe ser alguna campaña publicitaria de estas nuevas que te cuentan chistes para venderte un producto. Debe venir por ahí, como aquella de "Pecsi" o cualquiera de las 1882 de Fernet (al principio estaban buenas, ahora ya ni las entiendo).
Y no me vengan los fundamentalistas estos que cinchan para meter cambios en el diccionario de la lengua española. Esos mismos que hablan de los cambios en la lengua, que la lengua se moderniza, que la lengua ahora te usa ipod y se toma el 121 con tarjeta electrónica y pide de dos horas. Esos mismos tienen nombre y apellido, mejor dicho nombre: planchas, no hay otro ser en este mundo que invente más palabras o le dé otro significado a las palabras; empezando por el nombre mismo de esta raza humana. Que las naves esto, que descansame lo otro, que curtís esto, que wachiturro lo otro; así no che. 
Claro, ahora me vas a salir con que los planchas no están pa' esa, y que son otros esos fundamentalistas de la modernización de la lengua. Pero che, todo te tengo que aclarar: claro que no son los planchas, pero son peor, son la misma especie de persona que si está de moda hacerse plancha, igual tenga 27 años, se van a vestir y hablar como tal. Y ahora no me digan que esas personas no existen porque te invito a dejarme tu dirección en los comentarios para ir a cagarte a trompadas.
Ojo, me parece una especie muy noble la raza plancha, de última son personas y tienen sus sentimientos, claramente han demostrado que son personas interesadas en la comunidad, preocupados por la seguridad en las calles y evitar los accidentes de tránsito; por eso la ropa fosforescente. Son personas con un gran sentimiento de solidaridad, con la letra "k" por ejemplo; la letra menos usada de la lengua española (el único idioma que la ha sabido explotar es el turco, y ahora el planchaje) es la letra más usada por esta raza. Y así con otras letras más, como la z, w, q, y la y.
En fin, siempre hay que ser desconfiados en esta vida pero no creo que se trate de una raza especial de chorizos, ni mucho menos. Lo bueno de todo creo que es el precio, en el estadio un choripan actualmente cuesta $60.

Algo así como un monólogo de la escritura


Escribir sobre escribir es una redundancia u otro nombre que en este momento no recuerdo porque seguramente lo aprendí en alguna clase de idioma español. Qué irónico esto de una materia que se llame idioma español, en todo caso, para mí, debería llamarse “aprender un correcto idioma español”, “pa’ escribir bien el idioma con el que naciste, gil” o “cómo escribir bien en español bajo la presión de dar parciales y exámenes, y así no escribir como un barra brava-graffitero”.
La verdad es que me dispuse a escribir sobre lo que significa escribir, porque directamente me tiene caliente ver que cualquiera escribe, por ejemplo yo. No me vengan con la libertad ni me salgan con que apoyo la censura; hablo de escribir, y bien. No significa que yo escriba bien, no, ni mucho menos, de hecho tengo graves problemas con la puntuación. Aquellos que me conocen (dos o tres) conocen mi evolución: pasé de no meter un puto punto y seguido ni punto y aparte, a meter puntos por todos lados. Tomá, punto.
Y mirá que nací en un país donde las escuelas varelianas estaban prediseñadas para que uno vea a su paisito como uno de los que menor índice de analfabetismo tenía. Hoy, sin pruebas algunas me animaría a decir que debemos ser de los países más analfabetos del mundo, conocido, porque en cuanto descubramos algo más allá de nosotros peleamos el descenso seguro. O por lo menos jugamos la promoción contra algún país de Venus (los venusianos te vienen muy cachondos y como que no le ponen muchas ganas al tema de hablar y escribir, van directo al grano sin chamuyo previo; capaz que ahí tenemos chances de salvarnos).
A usted lector, si ya no dejó el texto hace dos párrafos, le aburriría mucho si me pongo a hablar de los chats, el facebook y el uso de las nuevas tecnologías, que deshacen al idioma español como la lagarta a las canchas de nuestro país hace unos años (¿es el chat la nueva lagarta?). Pero es la realidad, se ve que solamente yo tengo la suerte de escribir con la extensión de caracteres que quiera, sin que me cobren un peso de más (no hablo de los celulares, ahí te abrevio como todo cristiano con tal de que no me salga más de un peso), se ve que a la mayoría de las personas les cobran si escriben demasiado.
Y nunca falta el que me viene a decir ahora “¡ay! No entendés nada nene, Twitter te permite nada más que 140 caracteres, y Facebook nada más que 500”; a vos te digo entonces: hacelo en dos twitts, gil.
En fin, yo quería hablar sobre la inspiración, sobre el por qué de uno mismo ante la computadora para ponerse a escribir. ¿Por qué no lo hago ahora entonces? Me preguntarás, no sé, no tengo más ganas, me calenté.

Recurrí nuevamente al recurso “colocar la primera foto luego de googlear la palabra en cuestión”. En este caso: escribir. Es lo que salió, pero ya que está me hace pensar que estamos ante dos especies en extinción: la escritura sobre un papel, con lápiz o birome; y la letra cursiva o como algunos maestros tan oportunos le llamaban: manuscrita. Tiempo después descubrí que ni una cosa se asemejaba a la otra, todas eran manuscritas porque las escribíamos con la mano, y una letra como la que estoy escribiendo también puede ser cursiva si hago esto por ejemplo, o sea que no sé cómo llamarle a ese tipo de letra; bueno, ya podría quitar la cursiva. Y por otra parte usted se está preguntando por qué la escritura en papel es una especie en extinción, yo le contesto a usted: no sé, a mí no me regalaron una One laptop per child o sea que no sé cómo funciona la cosa ahora, pero utilizo mi sentido común y supongo que hoy los pendejos ya no escriben en el cuaderno de Deberes ni en el de Clase, sino que tendrán en Mis Documentos una carpeta que diga Deberes y otra que diga Clase, al lado de Fotos Pornos.

Segunda parte de la entrevista conmigo mismo

Debido al rotundo éxito de la primera parte les entregamos una segunda, con preguntas punzantes, yendo al fondo del asunto y descubriendo en detalle a este personaje excéntrico y poco feliz que tiene por vicio escribir en este blog; o sea: yo.
¿La vida te sonríe?
Yo creo que no. Viste cómo es la gente hoy en la calle, nadie te sonríe y justamente cuando lo hacen vos tenés lo auriculares puestos y no sabes qué dijeron antes de que se rieran; ¿por qué el 99,9% de las personas que te hacen una pregunta cuando vas por la calle, no se dan cuenta que tenés los auriculares puestos? Y digo 99,9 porque seguramente alguien se dio cuenta alguna vez, no es mi caso claro.
Pero bueno, me preguntabas si la vida me sonríe. Te vuelvo a decir que no, para mí a lo sumo me hace una risita por compromiso. Esas risas a las que estoy acostumbrado a recibir durante toda mi vida, ya que no soy gracioso, pero capaz que esa persona era muy amiga entonces se ríe un poquito, aunque vos te des cuenta que no le hizo gracia.
Pensándolo bien no entiendo tu pregunta, es muy pelotuda. Digamos que podrías haber preguntado algo más simple como “¿sos feliz?”, pero no, siempre rebuscándotela para hacer una pregunta complicada, ¿no que eras periodista o algo de eso estabas estudiando? Claro, estudiamos lo mismo, es cierto; pero ya ven, ni yo mismo me acuerdo lo que yo mismo estudio (ese yo mismo que me está preguntando ahora). Ahora entiendo esa gente a la que por primera vez le contesté “estudio comunicación”, y luego le respondí “es periodismo, publicidad, esas cosas…”; a la segunda vez que me lo preguntaron se los respondí, a la tercera si esa persona me caía bien o era una mina que me quería levantar también, pero sino ya me agarran de boludo. Vuelvo a preguntar ¿por qué mierda nadie se acuerda lo que estudio? Eso para mí presupone que a esa persona le importa un pito lo que yo estudio, pero entonces no me queda claro, ¿por qué vuelve a preguntármelo? Bueno, no sé, hasta el día que me reciba voy a estar dando explicaciones sobre qué carajo soy.
Bueno, se te fue la mano con la respuesta flaco, achicá. Hablemos de tu adolescencia, ¿qué cosas te dejó esa etapa de tu vida?
Y la verdad me dejó un par de fotocopias de mala calidad que acreditan mi bachillerato terminado. ¿Mujeres? Ninguna. ¿Dinero? Nada, perdí mucho en fotocopias que no leí y rifas que nunca gané. ¿Y amigos? Muy poquitos, es más, durante mucho tiempo en el liceo no sabía si convivía con adolescentes de mi edad o con científicos que se encargaban de estudiar el fenómeno metafísico que se daba en el momento que yo reía. Básicamente lo que pasaba era que cuando me reía no emitía sonido. Y mirá que me mandaba las tales carcajadas, pero no, ni un “ja ja ja” me salía, nada. Cuando eso me llevaron a estudio, primero con médicos locales, que luego de escucharme la respiración con ese aparato que con forma de auriculares se conectan en las orejas, y mientras me van palpando el pecho y la espalda simultáneamente a un “a ver, respirá hondo, soltá el aire”; me recetaron un Perifar.
Después me llevaron a centro fuera del país donde me pusieron a prueba. Me expusieron a una hora de chistes de Corona; me reí sin emitir sonido en los dos primeros chistes y después me dormí luego de bostezar 16 veces. Después me sentaron en un sillón comodísimo a mirar dos horas y media de Video Match, y terminé llorando. No hubo caso, no me encontraron la vuelta, hasta que un día me levanté y “ja ja ja”; largué tremenda carcajada en casa; después de eso me internaron por esquizofrenia.
Qué duro… Bueno, hablemos más de tu infancia. ¿Qué más te marcó en tu etapa escolar?
En realidad en mi etapa escolar no hubo mucho que me marcara, me acuerdo que me calentaba que mis padres no me dejaran llevar trincheta. No era que iba a matar a cuanto compañerito se me cruzara (bueno, ganas no faltaban pero uno con la corta edad que tenía ya era consciente del futuro que me avecinaba si llegaba a cortarle el cuello al hijo de una gran puta que se sentaba atrás), yo creo que mis padres tenían miedo de que empezara a cobrar venganza de todo lo que me pasó en el jardín.
¿Qué más te pasó en el jardín? Que nos puedas contar.
Básicamente lo que te decía antes, no había día que llegara al jardín y alguien no me agarrara de punto. El muchacho éste que me hizo tragar arena, que prefiero no dar nombre, por eso llamémosle Diego Pérez, me atormentaba todos los días. No había día que yo no cobrara con él. Que arena de acá, que meté la cabeza en el wáter, que bajale la pollera a aquella, que insultá la maestra o comés arena de nuevo; así no se podía. Encima la maestra, como quien dice, a ver, cómo decirlo educadamente sin faltar el respeto de nadie, ni herir sensibilidades: se rascaba a dos manos.
Es más, la hija de puta no solo se hacía la distraída si a mí me estaban sumergiendo en el arenero, sino que en alguna de las oportunidades en que yo llevaba un juguete propio (para conversar con un autito aunque sea y que el resto de mis compañeritos se molestaran entre ellos) me lo escondía porque supuestamente estaba ostentando ante mis compañeros, mostraba algo que capaz mis compañeros no podían tener; etcétera etcétera, algo así como lo que dijo Bonomi hace poco.
Claro, cualquiera de ustedes en este momento estará pensando que la maestra hizo bien, y capaz que yo también te puedo dar la razón en ese punto de vista; pero para todo hay un pero, y ese pero es que la… Quiero ser lo más educado posible porque nunca se sabe sino está en frente al monitor en este momento dicha maestra, y quizás me recuerde, y quizás recuerde lo que hacía conmigo, por eso intentaré ser lo más respetuoso posible. Dígamoslo: espero que me estés leyendo, vos maestra de jardín, devolveme los autitos de juguete que me sacabas y nunca devolviste. ¿Los disfrutaron tus hijos? Bueno, ahora ya deben ser grandes, podés devolvérmelos.

A menor escala claro, pero doy fe que es idéntico a uno de los que me robó la maestra. No sé, pero en el Código de la Niñez y la Adolescencia debería decir claramente “no hay niño que pueda progresar como tal si no tiene sus autitos de juguete”. Por su parte el Código Penal para mí debería penar de 10 a 15 años con prisión al hurto de autitos de juguete. Engaño, robo, traición; díganle como quieran, pero yo todavía espero que me los devuelva.

Meeee... ¿eh?


En tiempos del ipod, ipad, iped y de Alejandro Apud; encontrarse con este paisaje en el siglo XXI es poco menos que una experiencia religiosa. No como mandarse una ostia y mangarle un traguito de vino al sacerdote pa bajar el cacho de galleta (que me lo desmientan, pero la ostia tiene gusto a la tapa de las galletitas, no el relleno, sino lo que viene a ser galletita -que para mí son y serán siempre "bafles"-). Un atentado lo último que acabo de hacer.
Capaz que estamos ante la presencia de una nueva moda de nuestra sociedad. Hoy son los perros, para algunos son los caniches, y para otros la imitación a mano del perro homosexual de Susana Giménez; pero no quita que mañana no te salga a la rambla un cristiano vestido de bombacha gauchesca -pero de marca-, camisa a cuadros, boina delicada y cuidadosamente colocada de costado, botas (nunca con bosta en su suela) y matera con la cara del Guapo Larrañaga grabada a fuego; acompañado por una correa y su respectiva oveja.
Claro, seguido a esto vendrá la masificación de la moda y por ende toda clase social contará con su simpática oveja; y así entonces comenzará la competencia por quién tiene la oveja de aspecto más afeminado. 
Las clases bajas las tendrán como pueden, la clase media tendrá su oveja, más cuidada que sus hijos, pero no tanto como su lcd; y las clases altas las peinarán a la moda, vestirán con la camiseta de la Selección, las llevarán a restaurantes lujosos, a academias de aprendizaje, y apenas logren su mayoría de edad tendrán su propio gaucho.

Pintó hacerme una entrevista

Lo sé, estoy robando. No estaba duchándome, paseando el perro (que no tengo), papando moscas en la facultad, u orinando en la vía pública (gran momento reflexivo si los hay) y me cayó la idea; no.
La idea es robada, es cierto y ya lo dije, pero en sí estoy creando algo nuevo, porque nunca me entrevisté a mí mismo, y ninguna de las autoentrevistas que andan en la vuelta fueron a mí. De hecho no podrían haberme entrevistado a mí si se autoentrevistan, a menos que posean una doble personalidad en la cual una sea la mía y la otra una especie de Jorge Traverso que me siente en un sillón para preguntarme sobre mi vida y si estoy feliz.
La entrevista la tenemos pactada desde hace más de dos meses, pero sinceramente no había tenido tiempo de sentarme a preguntarme (ahora usted se preguntará por qué publiqué cosas a lo largo de estos dos meses y no me senté a autoentrevistarme, es simple: nunca me agarré con tiempo).
Noche fría en el hogar, tarde ya con los silencios de la casa que hacen retumbar pequeños sonidos, como el fuego de una vieja estufa a gas que no deja de latir. Esperemos que no explote. Viste campera de lana negra, abrigada, pantuflas de pana, pantalón deportivo (tengo la teoría que este pibe los tiene adheridos a la piel, nunca se lo ve de jean, es un fundamentalista del deportivo), por encima del pantalón son visibles las medias verdes a rayitas marrones, bien masculinas.
Antes que nada buenas noches Bochita, ¿comenzamos la entrevista, te parece?
Como no, estoy a tus órdenes como siempre.
¿Recordas aquella vez que tragaste arena en el jardín?
La verdad que sí Bochita, aunque realmente no quisiera recordarlo. Tampoco entiendo por qué lo recuerdo, porque nunca falta alguien que te diga “¿te acordas cuando vos eras chico y “x” cosa bla bla bla?”, no, nunca me acuerdo; sin embargo de aquel día que tragué arena no me lo olvido más. Todavía recuerdo la cara del delincuente, cada vez que lo veo en la calle me pongo a llorar como aquella vez. En realidad la cosa era así: yo llegaba todos los días al jardín y siempre uno me agarraba de gil; pero ese día se fueron al carajo, de pico contra el arenero terminé. Por eso cada vez que veo la arena lloro, o no sé si es por eso o porque me da vergüenza mostrar mi tórax en la playa, habiendo tanta escultura humana uno se siente un desgraciado ahí.
Qué tema el de la playa che… La última vez que fui a una tenía seis o siete años y me acuerdo clarito que me achicharré como un huevo frito, una yaga viviente era; un disparate. Otro gran tema el de los protectores solares, ahora te vienen de todo tipo, color tamaño, factor esto, factor lo otro; “dame uno que sirva pa’ mí” siempre le digo al de la farmacia que siempre me mira asustado por el blanco servilleta que luzco.
¿Me fui al carajo no? Vos cortame…
No no, siempre es un placer escucharte.
Bueno, tampoco tan así.
Sí, es cierto, no es tan así. Tampoco tenés una voz celestial ni algo que se le parezca. Seguimos con la entrevista, ¿qué te ha dejado tantos años como estudiante?
Te aclaro que todavía lo soy. Y bueno, minas seguro que no, plata menos, amigos algunos, y drogas tampoco. Digamos que el ambiente del estudio no da para mucho más que para ir a clase, escuchar y obedecer como milico. Bueno, tampoco quiero entrar en temas de la dictadura ni huesos ni nada que se le parezca, no quiero marcar postura sobre un tema tan delicado.
Creo que lo que me ha dejado tantos años de estudio es una certeza enorme sobre una cosa: termino la carrera y nunca más en mi vida sigo estudiando. Bueno, también podría agregarte algo: jamás sería docente. Digo, la vida del docente no me va, y ojo que está todo bien con los docentes que mal o bien hacen su trabajo, te harán esperar un mes, mes y medio o dos meses por una nota pero no creo que lo hagan de mala fe. Yo por ejemplo soy apurado pa’ docente, estoy seguro que en la primera clase les pongo un escrito porque me encanta eso de corregir y poner notas, ver la cara de frustración que ponen y además pa’ medirse uno con las minas a ver si uno tiene levante con las pendejas. En realidad es un misterio que jamás develaré porque eso de la docencia, como te decía, no me va, básicamente porque quiero ganar plata.
Tu relación con el fútbol.
Ta, pero ¿la pregunta?
Bueno, si vos sabes lo que te voy a preguntar ¿para qué cuestionás?
Es cierto, tenés razón como siempre. Me imagino que vas por el lado de qué es el fúlbo para mí. Yo creo que es todo, yo creo que actualmente son esas ganas que reventaron luego de que en mi infancia y adolescencia (donde no tuve cable) se creara un monstruo futbolero con un deseo sin satisfacer. Entonces apenas tuve cable es como que reventé, todo el día fóbal, que fútbol inglés, que fútbol uruguayo, argentino, francés, marroquí, sub 17, sub 20, mayores, Juegos Olímpicos, Mundiales, Libertadores, Sudamericana, Champions, Europa League y alguna otra que seguramente me estoy olvidando, pero le mando un saludo grande.
¿Es cierto que solo una vez  ganaste en un boliche?
Sí, francamente te soy sincero, para qué mentirte a vos ¿no? Soy un perdedor nato, es la verdad. En los boliches perdí siempre, ¡si habré rebotado! Capaz que el peor error que tenía era sacar a bailar a alguna, cuando yo no sé bailar ni el vals. Pero si estamos para contar las ganadas contémoslas ¿no? La primera vez fue hace unos años en la Ciudad Vieja, la verdad es que es una anécdota siempre linda de contar para todo el mundo. Estábamos con un amigo mano a mano tomando algo y vemos dos chiquilinas, una de ellas muy provocativa al bailar; “mirá esta puta bailando”, dije. Rato después, no sin antes haberme cruzado con una flaca de lentes (no recuerdo el nombre, solo sé que tenía 17 años en un boliche para mayores de 18, qué raro ¿no?) y me hizo un pequeño cuestionario sobre mis gustos y mi personalidad, así como estás haciendo vos ahora pero con un leve nivel de cachondeo, creo que la noche la debe haber puesto así y seguramente alguna amiga le dijo “agarrá lo primero que encuentres”. Entonces después de eso estábamos con ese amigo y pasan delante nuestro las muchachas a las que poco tiempo atrás llamamos “changos”. Mi amigo, tan bueno él, tomó literalmente a la más fea (no la que bailaba como puta, la otra) y dijo “te presento al amor de mi vida”, dejando libre el camino para que yo intercambiara opiniones con la bailarina sensualoide. Entonces ahí estábamos en un momento crucial, cara a cara, mirándonos a los ojos, diciéndonos cosas con la mirada; yo la miraba como diciendo “si bailás así acá, me imagino lo que debes bailar en otro lugar más cómodo”. Se ve que no me entendía, porque me quedaba mirando, no entendí bien qué quería decirme con la mirada pero supuse algo así como “decime algo flaco porque agarro a mi amiga, que una vez en su vida ligó algo, y nos vamos”. Cuando ya prácticamente me insultaba con la mirada, media hora o 45 minutos después, un amigo de mi amigo (de esos que nunca conoces, que ni el nombre sabes, y que hoy años después ni la cara recuerdo, de hecho al otro día tampoco recordaba su cara), decidió presentarnos –no sin antes preguntarnos a cada uno e insultarme a mí por ser tan gil- y entonces así dar comienzo al diálogo. Poco diálogo pasó, pocos pases de baile que ensayamos, bastaron para que poquísimo tiempo después nos encontráramos en un chuponeo por todo el boliche. Lo gracioso de todo esto es que mi amigo perdió feo con la amiga de la que yo gané, ya que ésta se fue con un pibe que hasta ahora recuerdo la esencia de su cara tan extraña. Tiempo después perdí yo con esa porquería del Pacífico.
Me emocionaste Bochita, contame alguna perdida.
¿Tenés tiempo?
Resumí, si podés.
Ta difícil, voy a ver qué sale. Perdidas tengo miles, como te decía. Recuerdo alguna perdida en la que me fui con la cabeza en alto, como aquella vez que estaba con dos amigos y nos encontrábamos en frente a tres minas, entonces accedimos a invitarlas a bailar. Claro, yo lo hice por descarte y con una que me tocó justamente por descarte. Entonces le metí pocas ganas, recuerdo que tenía tan pocas ganas que fue un logro histórico, no llegué a cruzar palabras con la muchacha. En su momento hasta me pareció divertido, pero no quiero imaginarme la mala impresión que le dejé; por suerte me pasa como con la mayoría de la gente que te he relatado, no recuerdo ni la cara.
Después no solo con mujeres perdí en los boliches (qué momento para el lector, usted estará pensando que el autor está a punto de confesarse homosexual y mañana esto será tapa de todos los diarios), porque también me pasó, y me pasa, que ni siquiera puedo entrar a uno. Como te habrás dado cuenta no me pongo un jean ni de casualidad, y viste como es, sino te ponés jean no entrás a ningún lado; así es la gente ahora. No quiero volver a tocar el tema de la dictadura, pero yo creo que estamos en la dictadura del jean, en la dictadura de la “buena presencia”, en la dictadura de las ideas que un jean promulga. Se me dirá que los jean no promulgan nada, yo te digo que para mí sí, para mí una persona que usa jeans piensa diferente a la que anda de deportivo. No vas a comparar al que anda con los huevos apretados con el que está libre y cómodo; para mí los grandes pensadores de la humanidad usaban pantalón deportivo. ¿Vos te pensás que un Newton cuando te inventó la teoría de la gravedad estaba de jean? Imposible viejo, de jean no te podés sentar debajo de un árbol, aparte, si te sentás y después te pican las hormigas te la regalo el laburo que tenés pa’ sacártelas de encima.
O pensá en los grandes pintores de la humanidad, los Picasso, los Miguelángel; ¿se van a poner un jean con lo caro que son para andar pintando? No muchacho, se ponen un deportivo viejo por si se manchaban. O fijate un Van Gogh, no tenía ni dónde caerse muerto ¿y se iba a comprar un jean? Vos calculale.
Hasta aquí la entrevista que me realicé a mí mismo. Nada más narciso, nada más al pedo, nada menos creativo, nada más original. Les prometemos que seguiremos trayéndoles más secciones de esta entrevista que dio que hablar, a los vecinos del barrio que no entendían lo que veían por la ventana: un individuo preguntándose y hablándose a sí mismo a las dos de la mañana.
Imagen del entrevistado y entrevistador, preservadas para mantener la seguridad e integridad del mismo. No porque se haya dicho nada polémico, sino para evitar todo tipo de golpizas callejeras al grito de “tomá idiota, entrevistate ahora”, o simplemente una orden médica que exija una internación de inmediato en algún centro de salud mental, más conocido en la jerga como “loquero”.

Se viene

Nos separa muy poco tiempo para el comienzo del campeonato uruguayo, del campeonato local del campeón de América, ni más ni menos.
Como las columnas trascienden fronteras nos debemos al público y entonces debemos explicar algunas cosas sobre nuestro fútbol. Cualquiera diría que se trata de un fútbol exquisito, cargado de buen fútbol, o lisa y llanamente que todos los cuadros meten, los jugadores muerden hasta hacerse echar, y de vez en cuando encuentran algún gol de pedo. No tan así, tenemos de todo, pero lo seguro es que no tenemos otro Luis Suárez.
Los equipos se van preparando para el comienzo de la temporada (sí, acá jugamos a la europea porque quisimos evitar que nuestros jugadores se vayan y entonces así adaptar los calendarios; no logramos ni una cosa ni otra, todavía no le encontramos la vuelta a esto de ajustar las fechas de los cierres en los períodos de pases).
El campeón, Nacional, prepara su nuevo equipo –el Nacional del Muñeco- con amistosos varios; yendo de aquí para allá. Algunos dirán que tanto viaje está pensado para después ponerlo sobre la mesa como excusa, en el caso de que las cosas no salgan. Y otros aseguran que Gallardo tiene un serio problema: no sabe decir que no. No parece descabellado; su intención era descansar seis meses junto a su familia, pero sin pensarlo demasiado Nacional le ofreció agarrar de dt y no supo decir que no. Le ofrecen a cualquier argentino y como el Muñe es tan bueno, tan noble con sus compatriotas, incluso si le ofrecen un argentino que lo único que hace es provocar faltas; no puede decirles que no. Lo invitan a jugar un amistoso en Colonia y no sabe decir que no. Lo invitan a Rosario y allá van. Lo invitan a jugar contra el descendido River y tampoco sabe decir que no; ni si quiera puede decirles “¿no podría ser una semana antes? Digo, así no tenemos que andar a lo loco yendo, y viniendo”.
Y así se apronta el tricolor, haciendo un tour por ciudades de nuestro país y de la vecina orilla, encontrando el funcionamiento, y algún gol. Y goles faltan, y rumores sobran. A esta altura ya se rumorearon todos los centrodelanteros que alguna vez fueron goleadores del campeonato argentino, en la década de los 90’. Pero claro, estamos en el país campeón de América, en un club donde nunca falta el orgullo de haber preparado para vestir la gloriosa Celeste a infinita cantidad de jugadores; además de prepararlos para los clubes más importantes del segundo orden europeo, alcanzándoselos al precio de un volante mixto brasilero o argentino, de 27 años.
En la vereda de enfrente (no literalmente, de chico siempre pensé que donde entrenaban, la sedes, o sus estadios, se separaban por una calle; pero no, solo se trataba de una mentira más del periodismo, o en realidad de otra frase repetida de un periodismo incansable de metáforas, no nuevas, las mismas) ocurre algo similar pero en otra parte (lo confieso, me perdí y no sabía para adónde agarrar después del paréntesis; no sabía ni qué decir pero si borraba tenía que borrar el paréntesis, y en mis mandamientos de vida está segundo “nunca borrar un paréntesis”, después de “autoanalizar lo que digo, adentro de lo que digo”; ta, metele un punto viejo).
En fin, hablaba de Peñarol, el subcampeón de América, el sub campeón del continente Celeste (una contradicción del razonamiento gorzyniano) prepara su temporada realizando una gira por Europa, jugando contra equipos que pelean el descenso en sus países, pero para no sentirse menos alguna vez en su vida juegan contra el Campeón del Universo. Déjenos descreer. Hay algo raro en esta gira casi secreta de Peñarol, se dice que jugaron contra el Porto (el campeón de la Europa League, sí, ése mismo) el mismo día en que la Selección uruguaya jugaba la final de la Copa América; el hincha de Peñarol no se enteró, lo vino a saber luego de que Ovación titulara “Peñarol empezó el año con goleada”. Detengámonos un segundo en esta situación: hincha de Peñarol, pero además uruguayo, recientemente campeón de América con una felicidad inmensa; decide ingresar a la web y ver fotos y todo tipo de cholulada que le toquetee aún más su ego. Encuentra entonces dicho título y le trae instantáneamente dos pensamientos a la cabeza: primero; “ah, cierto que jugábamos con Porto hoy” (en el mejor de los casos), y segundo; “¡le ganamo al porto nomá! ¡Peñarol Peñarol! ¡Gallina te querés matar!” etcétera, etcétera. Una felicidad inmensa, un momento increíble para el hincha carbonero que está a punto de ponerse su camiseta nuevita, comprada este año, para salir a la calle a festejar por duplicado. Se dice que más de un hincha de Peñarol se vio por las calles al grito de “¡Peñarol pa’ todo el mundo! ¡Lo goleamo al Porto, al Porto!”, pero no tenemos la confirmación, solo fue un rumor más de Ovación. Usted lector desprevenido estará pensando “¿el uruguayo se alegra tanto por ganar un amistoso?”, no se equivoca. Siguiente paso: el hincha ingresa a la noticia, y se encuentra con que su equipo fue goleado por el Porto, “¡hijos de puta!”. Y último paso: hincha carbonero con furia copando las calles, desmanes en 18, desmanes en el propio Estadio Centenario, destrozos. No exageramos, Ovación fue el culpable de lo que hoy es un Estadio Centenario destrozado.
Estábamos hablando de la preparación secreta de Peñarol, antes de desarrollar mi septuagésima octava teoría conspirativa. Nadie sabe si la gira es cierta o se encuentran bajo tierra realizando trabajos de concentración, rejuvenecimiento de un año más a Darío Rodríguez, en base a un tratamiento con aloe, soja y arándanos. O probablemente se muevan por un alcantarillado secreto (del estilo tortugas ninjas) que nadie sabe si existe pero dos por tres vemos las cloacas y a nadie se le ocurrió entrar para saber qué hay, así que probablemente exista dicho alcantarillado. Y en estos momentos Aguirre, su culo, Osvaldo Giménez y Welker, se encuentran raptando juveniles de otros equipos. He aquí la razón de que Púa esté al borde de ser cesado, fuentes cercanas a Aguirre asegurarían que Púa no está físicamente en condiciones de correr por el alcantarillado luego de raptar un juvenil. “Varias veces se nos quedó el gordo, tuvimos que parar y darle con el tanque de oxígeno porque se nos iba. Gracias a él perdimos a más de un botija, lo tuvimos al Coates este ¿me podrás creer? Pero justo al gordo se le dio por parar para pedir una pizza, y nos descubrieron”, aseguró una fuente secreta.
Seamos justos, tampoco vamos a decir que el partido contra Aris Salónica fue simulado en los Aromos, con la gente de Peñarol de fondo (era igualita la hinchada ¿vieron? No hablo solo de los colores, gil), con las banderas de la gente de Peñarol; tampoco somos tan conspirativos.

Y así marcha la preparación de los grandes, a la par de un país que se siente campeón de América y se lo hace saber al Mundo, en el que somos cuartos; pero de esto el Mundo seguramente ya se olvidó. Claro que también existen equipos chicos (por favor no más a la denominación “equipos en desarrollo”, es más insultante). Bella Vista es uno, se apronta para su debut copero y con su carrera meteórica seguramente podemos decir que es el nuevo campeón de la Sudamericana (ganó la B, ascendió, clasificó a la Copa). Claro que todavía está por saber en dónde juega su primer partido de Copa contra su correligionario (Bella Vista –el cuadro del Papa, los papales- contra la U. Católica), no hay apuro muchachos, el partido es mañana; que Dios los Bendiga.

Por las dudas que existan desprevenidos que no conozcan nada del fútbol uruguayo más allá de los ojos inyectados en sangre de Lugano. Un saludo al Guille.

En imagen el hincha referente de la institución. Como podemos verlo con su brazo extendido seguramente entonando alguna de las canciones de hinchada, y algún canto en contra de su clásico rival. “Oh Wander anti cris, anti cris, anti cris, Wander anti cristo”, “Oh sos igual a Judas, Wander puto, parece’ Buda”; algunos de los cantos, que no tienen mucho sentido pero bueno, ¿qué canto de hinchada tiene sentido?