Persona se rebela contra el dj de un local bailable

Había una vez un pequeño pueblo llamado “Villa de la Floreada” a pocos kilómetros de la capital del país: “Me-monté-en-el-video-de-la-abuela”.
Como todo pueblo del interior nada ocurría. Nada.
Llegaba fin de año y se creaba la excusa perfecta para amigarse con el vecino que semanas atrás toqueteó a la nieta, al que se le mandaba postal navideña, pero esta vez sin música; ya que el altercado a golpes de puño con dicho vecino hizo caer el vínculo que los unía.
Las comidas ricas en calorías no faltaban en la mesa de cada parroquiano. Hecho sumamente estudiado por científicos internacionales por lo difícil que se vuelve creer cómo estos seres humanos expuestos a 50 grados a la sombra más la ingesta de calorías varias “no revientan como un sapo”; según afirmó Henry Pámelachu (sí, el mismo que en pasadas notas fuese mencionado; no es que el país le haya gustado, sino que los canadienses se lo dejaron olvidado y sus investigaciones pelotudas están pagando el pasaje de vuelta). 
No necesariamente es el dj
 de "Europeo colonizador y la puta que te parió"
Los incendios forestales están al alcance de la mano. Nunca falta un vecino, un boludo, un vecino boludo o un tremendo vecino boludo que tira una colilla de cigarro en el medio del monte, luego de fumarse uno tras haber poseído a su dama. Lo que posteriormente agarra fuego como buzo fosforescente-plancha a las dos de la tarde en enero; dándoles el único trabajo anual a los bomberos (personas inertes durante el resto del año).
Sin extenderse más en descripciones del lugar (hay que ahorrar ideas), Villa de la Floreada se encontraba inmerso en una realidad de todo el interior del país. ¿Canarios montando un auto? No, pocos boliches.
En este pueblo existían dos boliches de importancia, uno era “En tono de grises” y al que nos remitiremos: “Europeo colonizador y la puta que te parió”. Éste último vivió uno de los altercados más grandes de los últimos tiempos: un concurrente al boliche decidió matar al dj. No es la idea ponerse a discutir sobre si éste era o no dj, lo que sí es cierto es que no tendrá chances de volver a serlo.
Como todos los fines de año dicho boliche (Europeo colonizador y la puta que te parió) armaba una carpa en las afueras del pueblo; carpa XXL pa’ 500 canarios.
La noche del 1ero de enero transcurría normal, la constante arenga (o arreo) del dj hacia la manada de presentes no faltaba. Los hits del momento tampoco se hacían esperar, pero tampoco se quedaban por mucho, a mitad de tema casi como un espíritu navideño desaparecían en la nublada noche. Temas nuevos se presentaban en el pueblo, de un muchacho llamado Rodrigo; “dice que en Argentina pega lindo”; confesaba un parroquiano mientras ensillaba el mate. Las múltiples versiones de un mismo tema (el “Pa Panamericano”: en versión francesa, remixada, argentina, argentina-plancha, y hasta una versión folklórica de Larbanois y Carrero) comenzaban a desatar el abucheo de algún presente (uno solo, y otro que le seguía la corriente). “No tenés vergüenza”, “trabajá gordo” o “gordo callate, no grites más y pasá música” eran algunos de los gritos que podían escucharse en algún bache musical (entre muchos insultos claro está).
Más allá de los insultos que comenzaban a crear un clima enrarecido donde muchas personas comenzaban a alejarse de aquel enfurecido presente (y su amigo que le festejaba) mirándolo como diciendo “¿de qué se queja? ¿no ve que están pasando Los Nietos del Futuro? Son lo más” (“Son lo más”: expresión muy usada tierra adentro, según afirman científicos estaría de moda, como el verbo “camorrear”). Más allá de todo esto, la noche era normal.

Hasta que pasaron “Bo cartero”, creando la ilusión de que comenzaría el espacio del rock. Al seguir la música bailable dicho presente comenzó a trepar las estructuras donde el dj desarrollaba su trabajo; con motivo de expresarle su malestar. Luego de esto sólo hay declaraciones confusas. Algunas fuentes aseguraron que se armó un tumulto donde varias personas intercambiaban golpes de puño; entre aquellos pro “loquito que se la dio contra el dj” y aquellos pro dj. No se entiende demasiado esto último ya que poco tenían que ver en el altercado; excepto aquel amigo que le festejaba los insultos al loquito enfurecido, que se lo vio remangándose la ropa al grito de “vengan de a uno”, enfrentado a las guardias policiales.
Otros dicen que fue una bala perdida que justo impactó en el dj, algunos presentes aseguran convencidos de que fue la “luz mala”; lo cierto es que luego del tumulto dicho dj apareció desangrado con medio disco de La champions liga incrustado en la sien. Del loquito que arremetió contra el dj nada se sabe; se asegura que entró de colado a “En tono de grises” a chupar de arriba.

Homenajes: el tercero

Otra vez hago publicidad gratuita
El tercer homenaje está dedicado a un autor muy particular, Ignacio Alcuri. Con su estilo propio hace a cada uno de sus libros las delicias para quienes los leemos.
A continuación un texto extraído de su quinto y último libro: Temporada de Pathos, publicado en el pasado año 2010.

Inocencia interrumpida
Abrí la puerta del cuarto y cuando vi lo que estaba sucediendo me largué a llorar. Allí estaba mi hijo, de 3 añitos recién cumplidos, y parado a su lado el tío Gino, que había quedado a su cargo durante la tarde del sábado.
-¡Hijo de puta! ¡Te voy a matar!
-¿Qué pasa, mi amor? – preguntó mi esposa desde el living.
-¡Nada, quedate ahí! ¡Por favor no te acerques! –le grité-. Y a vos… Basura… Te dejo lo más lindo que tengo en el mundo y me lo pagás así. Andate, salí de mi vista y no te acerques al nene de vuelta porque te juro que te asesino.
Gino bajó la cabeza, recogió la camiseta, el pantalón y las medias, y se fue corriendo.
Tenía la esperanza de que mi hijo pudiera superar lo que le había ocurrido, ya que a fin de cuentas era un niño pequeño, pero me equivoqué. Aquella tarde caló hondo y la ayuda psicológica no fue suficiente. Me da pena verlo así vestido, casi con orgullo. Y siento que el corazón se me estruja cada vez que sale de casa a juntarse con los que tienen el mismo problema que él.
-Chau, pa, me voy a la Ámsterdam.
Maldita la hora en que el tío le regaló el equipo completo de Peñarol.

Homenajes: el segundo

En este caso el homenaje está destinado hacia alguien que ya no está entre nosotros; pero que sin duda dejó una huella imborrable.
Gustavo Escanlar, entre muchas de sus facetas, escribía columnas en el semanario Búsqueda. Un tipo muy polémico, muy rebelde, y por qué no: un genio.
Es sabido que muy poco es el tiempo que nos separa de su reciente fallecimiento, por esto decidí homenajearlo con una de sus últimas columnas en Búsqueda, publicada el 19 de agosto del 2010.

Mellados y discriminación
por Gustavo Escanlar
Hace un par de semanas escribí sobre el aviso de la Ursec, ese en el que un mellado intenta comunicar, sin éxito, cómo se van a usar, a partir del 29 de agosto, los teléfonos con números de ocho dígitos.
A raíz de aquella columna, se comunicó con nosotros la Asociación de Mellados del Uruguay solicitándonos, muy gentilmente, una rectificación a nuestros dichos. Nos dijeron que nuestras palabras encierran un alto grado de discriminación, y que ello podría estar encuadrado en una figura delictiva. Que los mellados también tienen derecho a trabajar, me escribieron los Mellados Asociados.
Y, en principio, estoy de acuerdo con ellos: todo mellado tiene derecho a trabajar. Lo que todo mellado no podría, ni debería, ni siquiera intentar, es trabajar como locutor. Si tiene dificultades de expresión, si su comunicación es trabada y dificultosa, debería encarar para otro lado.
Lo mismo pasa con otras “capacidades diferentes”. Y  aquí voy, ganándome enemigos:
Un sordo no podría ser discjockey. Un mudo no debería intentar cantar. Un boxeador no podría presentarse a un concurso de baile. Si a alguien le falta una pierna, no podría ser campeón en el salto con garrocha. Un blanco no debería tocar candombe.
Un ciego no debería ser encargado de seguridad de empresa alguna. La vista es fundamental para ver si viene alguien, para comprobar si ese alguien lleva un arma, para embocarlo si la cosa se pone peligrosa.
Un tipo depresivo no debería meterse a humorista. Las radios montevideanas están llenos de tipos rencorosos, resentidos, mezquinos y frustrados intentando contar chistes.
Un paralítico no debería intentar jugar al fútbol. Miren cómo terminó el Muñeco Gallardo, si no, jugando en un cuadro menor de una provincia ignota.
Un enano no debería intentar jugar al básquetbol. Hay ejemplos lastimosos de enanos que intentaron practicar este deporte y no lo lograron, y sólo dieron lástima.
Un parlamentario que no lee las leyes que está a punto de aprobar no debería ser parlamentario. Pero ya me estoy pasando de rosca: mirá sin en Uruguay los parlamentarios no van a saber qué leyes están a punto de aprobar y qué consecuencias van a tener esas leyes.
Así, el Uruguay está lleno de tipos ocupando funciones para las que no son idóneos, simplemente porque nadie se anima a decirles ‘no, loco, no servís para esto, dedicate a otra cosa donde te va poder ir mejor’. Todo porque existe una ley que, interpretada erróneamente, dice que el todo-vale es la mejor medida contra la discriminación. Que cualquiera puede hacer cualquier cosa. Que cualquiera puede cantar. Y así, por no discriminar, terminamos consumiendo cosas como Ricardo Fort, Marcel Dasset o los Curtidores de Hongos. O el mellado de la Ursec.
Cuando yo daba clases, cada tanto aparecía un disléxico que quería especializarse en periodismo escrito, en ciencias de la comunicación. Y no. No se puede, aun cuando existen correctores ortográficos automáticos. Aun cuando la universidad en la que yo trabajaba los necesitara como clientes.
La corrección política puede transformarnos en bichos permisivos. Y de la permisividad a la estupidez hay solo un paso.
El otro día, en Cinecanal, dieron un documental donde los yanquis, tipos que se especializan en estas cosas (en ambas, en la libertad y en la estupidez), debatían sobre la libertad de expresión. Por ejemplo, en un liceo, un tipo confeccionó una camiseta contra los homosexuales. Una bobada, por supuesto. Las autoridades del liceo lo echaron. Pero el tipo recurrió ante la Corte Suprema que, en nombre de la libertad de expresión, dijo que, aun sin razón, al tipo le asistía el derecho de expresarse, y que no correspondía que lo hubieran expulsado. Mirando ese documental me puse a pensar si nuestra ley contra la discriminación no terminará siendo ilegal en el sentido que, para que no se ofenda alguno, termina violando la libertad de expresión de otros.
Así que les digo con todo respeto, sin incitar al odio o a la violencia, a mis amigos los mellados que no cuenten conmigo para que los defienda en su calidad de locutores. Es más, con todo cariño le digo al muchacho que hace los comerciales de la Ursec: no, no te dediques a eso, querido.
Si la reina del lago Merín realmente lo quiere al Mellado debería hacer lo mismo que yo. Debería agarrarlo y decirle, en mitad del comercial, “dejá, dejame que lo explico yo… vos quedate tranquilo, Melladito”.
(Sí, ya sé que no es mellado. Tampoco creo que exista la Asociación de Mellados. Estoy poniendo ejemplos extremos sólo para demostrar mis hipótesis tramposas).


Homenajes: el primero

Se podrá acusarme de falta de creatividad, de ladrón, de plagiador, o de adicto a los refrescos sabor pomelo. Todo puede ser comprobable.
Es la tapa del libro. Esto se llama hacer publicidad, lo admito
Pero esta nueva sección pretende ser un homenaje a cada uno de los autores que me han marcado. Darwin Desbocatti sin duda algunas es el primero por donde se lo mire.
Sin vida es un texto extraído de su libro "Yo, Darwin. Teoría de la desgracia circular irreversible". ¿Por qué este capítulo y no otro? La respuesta es simple: me costaba elegir uno, pero éste lo usé para un trabajo de la universidad y el resultado de la aprobación de la materia fue un 11 redondito. Bueno, lo confesé, no es sólo un homenaje a Darwin, es un homenaje y agradecimiento a este texto.
Sin más preámbulos:
Sin vida

En este ciclo intitulado “Capaz que soy yo, que no estoy entendiendo algo”, nos aproximamos a la televisión uruguaya, y tratamos de descifrar el porqué de sus éxitos. La idea es concurrir a las producciones de los distintos programas, y transmitir el secreto que les posibilita captar televidentes (secreto que para mí, hasta ahora, está mejor guardado que el de la Coca-Cola). En la primera entrega, nos infiltraremos en una grabación del programa “Vidas que no le interesan a nadie pero con una musiquita de fondo emocionan que da gusto”.
Al llegar al rodaje, el conductor me echó una mirada con su habitual cara de “te entiendo, contame tu vida, vos sos importante para mí aunque no lo creas”, y yo traté de poner gesto de “te agradezco, pero recién tiré”. Algo habrá interpretado, porque enseguida dejó de mirarme y siguió hablando con el iluminador, que le estaba mostrando el álbum de fotos de unas vacaciones con su familia en Araminda.
Facundo: Bienvenidos a “Vidas que no le…, etc”. Hoy estamos con Amaranto, un camionero. ¿Qué hace un camionero, Amaranto?
Camionero: Maneja un camión miles y miles de kilómetros, y millones de horas, y sufre, y aguanta como puede el destino que le tocó, y agoniza.
Facundo: Entonces esto no será un fin en sí mismo para vos, sino un medio para lograr otros objetivos mayores.
Camionero: Sí claro, en realidad mi objetivo es dominar el mundo y decidí empezar subiéndome a un camión, viendo cómo se me va la vida en un tapizado de cuero.
Facundo: Contanos, ¿qué beneficios trae ser camionero?
Camionero: Ninguno, botija.
Facundo: Pero algo te habrá dejado el oficio.
Camionero: Sí, te soy sincero, algo me dejó: me dejó un cáncer de piel en el brazo izquierdo, ¿ves cómo tengo acá todo podrido?
Facundo: Pedro, metele la canción de Titanic, la que es bien triste; sí, ahí veo, te arranca en la mitad del brazo y te llega hasta los dedos de la mano izquierda… qué triste.
Empieza a cantar Celine Dion; siento cómo se me humedecen los ojos mientras miro el monitor.
Facundo: Bueno, y contame, ¿qué haces mientras manejás?
Camionero: Ah, yo soy muy de tejer escarpines, a veces practico malabares también, a veces voy armando cubos de Rubik, y a veces me la hago a dos manos como vos… ¿qué voy a hacer mientras manejo, botija? Ma-ne-jar.
Facundo: Pero me refiero a tu cabeza, vas pensando, vas mirando las cosas a tu alrededor…
Camionero: No, trato de no mirar para los costados porque el paisaje es muy interesante y me distraigo. Imaginate: pasto verde con animales echados, me muero de ganas de ir mirándolo, no sé cómo hago para contenerme.
Un productor se acerca al conductor (el conductor del programa, no del camión) y le dice algo en secreto.
Facundo: Tu mujer estuvo hace un par de horas con la producción de “Vidas que no le interesan a nadie pero con una musiquita de fondo emocionan a la gilada”, grabando este mensaje para vos, miralo.
En el monitor aparece la imagen de una señora y se escucha la música de Aladin.
Mujer: Hola, Amaranto, estoy orgullosa de que seas camionero. Gracias a que sos camionero soy la mujer más feliz del mundo; porque mientras vos manejabas y manejabas, yo conocí a Ruben, un hombre maravilloso que es mi pareja hace doce años. No me animé a decírtelo hasta hoy, que la producción del programa me alentó para que lo hiciera; bueno, en realidad me pagó. Me voy, Amaranto, tengo dos hijos con Ruben, sietemesinos los dos, porque los saqué para afuera rapidito en dos viajes largos que tuviste. Chau, no te preocupes por mí, me llevé los muebles.
El camionero se le tira arriba al conductor y le practica una llave de yuyitsu. El conductor, con lo último que le queda de aire, le pide al sonidista que haga algo, y este pone un tema de Il Postino enseguida. Cuánta eficacia. El iluminador deja caer un foco de 40 kilos en la cabeza del camionero, y le quema la cara con la luz. Empiezo a llorar, y por fin entiendo qué lleva a la gente a ver este programa.