La verdad detrás del té con scones


A la redacción de Fijate si puso la puerca nos llegó una información confidencial, la que a continuación revelaremos. Según datos que nos fueron acercados gentilmente en una sobria y desgastada carpeta, estamos en condiciones de afirmar una verdad que ya era secreto a voces: las maestras nacieron viejas.
Varias estadísticas comprobarían estos datos. Durante estos últimos diez años se realizó una encuesta a casi todo el país (no, no se pudo terminar, es como el censo), por parte del Politólogo Luis Gerardo González, más conocido como el “Ciego” González.
El por qué del apodo viene de la mano con la motivación que el Ciego tuvo para realizar dicha encuesta. Según nos confirmó personalmente, quedó ciego en un incidente provocado por la vieja y querida quebrada de tiza en el pizarrón; cual si fuese una bala teledirigida cayó directamente sobre su ojo izquierdo, dejándolo instantáneamente ciego.
“Era mi primer día de clase, recuerdo. Estaba en primero y como novato que era me senté adelante, ¡¿para qué?! El único recuerdo que tenía de ese día era ‘qué vieja la maestra che, ya estaría pa’ jubilarse, ¿no?’. Cuando se dispone a escribir su nombre en el pizarrón, como toda tiza nueva quebró y de golpe me saltó un trozo en el ojo. ¿Por qué me quedé ciego totalmente si se me clavó en un solo ojo? No sé, me hablaron de ‘mala praxis’ un tiempo después”, comentó el Ciego en una nota mano a mano con nuestro reportero estrella, ese que se creyó periodista deportivo y ahora terminó entrevistando Politólogos desempleados que buscan un minuto de fama con una entrevista más chota que Bottinelli y el hijo juntos.
Para entender perfectamente la motivación de la encuesta –nosotros hasta el momento no la entendíamos- lo consultamos al respecto, y nos contestó lo siguiente: “en primer lugar, como te decía, porque me pareció muy vieja la única maestra que llegué a ver. Y después porque todas las que tuve que escuchar tenían voces de viejas ya. Y bueno, la motivación exclusiva surgió de un asado con los gurises, como todo, ¿vio?”.
La encuesta arrojó datos sorprendentes: el 99,9% de las personas contestaron que sus maestras rondaban entre los 55 y 100 años (pensamos que “100 años” fue una respuesta exagerada de un exagerado, pero en realidad entendimos lo que quiso decir).
Según pudo saber la encuestadora NÚMEROS (Norteamericanos Última Mamíferos Expertos en Robar Objetos Sabrosos) las personas contestaban con la seriedad que ameritaba la encuesta y sorprendió una única respuesta sobre una maestra inferior a los 30 años. NÚMEROS pudo saber que se trataba de una maestra a punto de ingresar a trabajar en una escuela y por eso su respuesta afirmativa ante la pregunta “¿conocés una maestra inferior a los 70 años?”.
“Un poco tendenciosa son las preguntas” afirma la competencia (FACTURAS), “la verdad nunca es tendenciosa” contesta NÚMEROS.
La encuesta arrojó ese 0,01% que en realidad es falso, dicha maestra se encontraba a punto de agarrar horas en una escuela rural, pero no fue contratada por “falta de experiencia y de antecedentes (penales) en el trato con niños (a golpes) en su vida cotidiana (fastidio de los demás, práctica de la brujería, aparente simpatía hacia el resto, golpizas correctivas para con sus hijo/as, y tintazo asesino en la cabeza)”. Aparentemente, y como nos hizo saber NÚMEROS, son reglas básicas y fundamentales que están en la tapa del libro para contratar una maestra. “Pero claro, nadie lee la tapa del libro” contestó el Ciego González, a lo que preferimos no repreguntar, por educación.
Fijate si puso la puerca, comprometido con la causa decidió investigar por sus propios medios. Contratamos un infante (por una módica suma de dos alfajores, una Coca 600, unas papas chips de las chicas, y cien mil dólares), que infiltramos de túnica, lo hicimos preguntarle a sus compañeritos qué ómnibus le servía y cuánto sale dicho boleto, le desarreglamos un poco la moña, lo surtimos con todo tipo de provisiones necesarias para sobrevivir en el recreo (trincheta, pelota, chinelas para marcar el arco, celular con cámara y un rifle); y lo dejamos prontito para investigar.
Al final se raboneó porque la maestra faltó y gastó todo lo que le dimos apostando en el casino más cercano. Por ende acudimos al boca a boca y golpeamos un par de niños para que confiesen si su maestra supera los 50 años. Muchos contestaron que no sabían pero creían que sí, otros suplicaron -entre llantos- clemencia y que aflojáramos con las trompadas porque usan brackets, y otros tantos afirmaron que la vieron cobrar jubilación y negaron rotundamente que estuviesen investigándola para robarla a la salida del BPS.
Creemos haber aportado suficientes datos para comprobar una verdad: nunca nadie tuvo una maestra joven, las maestras nacen viejas y se reproducen entre sí, engendrando más maestras viejas que son las mismas que todos tuvimos.
Y una sola aclaración: el que no vio reventar una tiza en un pizarrón es porque es de este mismo siglo (el siglo de los pizarrones con marcadores*) o porque fuiste a un colegio privado y cuando caminabas por la calle mirabas a la gente con cara de “qué lindo que soy, la gente me deja pasar”, hasta que descubriste que tu viejo cascaba a tu madre y pasaste a ser un chico/a rebelde que soñaba con ser un Erreway y tener tu bandita de rock & roll, que en realidad era puro pop, pero no lo sabías.
*Ojo, el pizarrón con marcadores se presta para la joda del marcador permanente, Ah, ¿nunca la hiciste? Bueno, dejá de mirarle las tetas a tu compañerita de segundo año de escuela (no me extrañaría) y comenzá a ser funcional con tu rol de escolar.

Más comprobaciones: googleamos “maestra  de escuela loca” (para dar color) y la primera imagen es de una maestra vieja.


Paul McCartney vs Nacional, en vivo por el mundo VTV


Es el tema del momento. ¿Viene Paul McCartney o nos están cagando a cuento?
El ex Beatle habría decidido tocar en Uruguay y no en Córdoba, pero aparentemente surgió una traba importante, Nacional jugará en la semana previa por la Copa Libertadores ante Vasco da Gama, y si se jugara la clasificación fijarían el Estadio Centenario.
Una vez más el Uruguay está envuelto en un tema tan importante, un mega recital de primerísimo nivel (el primero en la historia de este país, y el último también) podría verse cancelado porque un equipo de fútbol tiene que jugar un partido. No, aclaro: no se trata de Peñarol.
Con ustedes una primicia, el diálogo telefónico que habría mantenido Paul McCartney con el Presidente tricolor, Ricardo Alarcón:
Paul: Hello! Who is speaking?
Alarcón: ¿Qué tal, Paul? ¿Cómo estás? Te habla acá Ricardo Alarcón, Presidente del Club Nacional de Football.
Paul: Football? Oh yes, yes, i love the football!
Alarcón: Por casualidad che, ¿hablás español, Paul?
Paul: Algo, hablo algo en español. Aprendí hace very much tiempo, pero understand sí, understand Ricardo.
Alarcón: Muy bien Paul. Un gusto hablar con usted, una figura, una estrella como usted.
Paul: No no, el gusto es mío, ¿Ricardo? ¿En qué puedo help you?
Alarcón: Mirá, Paul. Te llamaba porque viste que vas a tocar el 15 acá en Uruguay.
Paul: ¿Uruguay? Oh yes! Yes, Uruguay. Beautiful país. Una alegría very grande visitar vuestro país.
Alarcón: No, Paul. El placer es nuestro, creeme. Te hablaba por eso del toque que vas a tener acá el 15 de abril.
Paul: Yes, yes. En el Stadium Centenario. ¡Great lugar!
Alarcón: Bueno, todavía no conociste el Gran Parque Central, pero ese es otro tema… Che, Paul, ¿tocás sí o sí el 15, entonces?
Paul: ¿Parque… Central? Oh sí, el 15 es la fecha que me queda libre, el 17 tengo juicio por la retención de uno de mis botijas y no llego sino.
Alarcón: Ah, qué cagada che. Porque no sé si te enteraste que depende de nosotros. Si nosotros no queremos, vos no tocás.
Paul: Pero… Why?
Alarcón: ¿Junás la Copa Libertadores, Vasco da Gama…?
Paul: Oh, yes! Que se comieron la comida con Alianza el otro día.
Alarcón: Bueno, no me tomes el pelo tampoco, Paul.
Paul: Para nada, y eso que tienes mucho.
Alarcón: Bue… ¿Quién te crees que só? ¿El vocalista de la banda de rock más popular de todos los tiempos? Emmm… Tá, no dije nada.
Paul: Una broma, Ricardo. No te me angry.
Alarcón: Bueno, en fin. ¿No podés correr ese toque entonces? Me parece que no vas a poder tocar entonces, nosotros jugamos con Vasco y se nos antojó llevar el partido al Estadio.
Paul: But… ¿Y la Cultura Nacional y el “tengo barrio, tengo cancha”? ¿Cómo es la thing, Ricardo?
Alarcón: ¿Me vas a decir que nunca te interesó la recaudación?
Paul: Bueno…
Alarcón: Es con Vasco, ¿y si nos jugamos la clasificación?
Paul: ¿Cómo con América? Remember, remember. Remember el gil que gritó un gol que no fue. Ni radio tenía, ¿cómo hizo?
Alarcón: Otra vez tomándome el pelo este gil…
Paul: What?
Alarcón: Nada, Paul, nada. Bueno, me parece que no va salir ese toque, entonces. Vas a tener que venir en otra oportunidad.
Paul: Pero, no understand. ¿No pueden jugarlo en el Central Park?
Alarcón: Mirá, qué buen nombre, daría lindo con la Cultura Nacional. Atraería turismo de otras partes, Big Central Park, tá lindo.
Paul: What?
Alarcón: Nada, me colgué. Bueno, así que será para la próxima.
Paul: Pero Ricardo, me hace mucha ilusión tocar in Uruguay.
Alarcón: Ah, bueno, vamos a tener que arreglar de otra forma, entonces.
Paul: Money?
Alarcón: Puede ser.
Paul: No, money no. Tengo suficientes deudas con mi ex esposa, tá bravo, vos debes saber de eso.
Dos sex symbols
Alarcón: No, acá como que no, todavía no se aprobó eso…
Paul: What?
Alarcón: (Carraspea) Nada, nada.
Paul: Ya sé, arreglemos así: Los el Parque pueden ser mis teloneros.
Alarcón: No sé, los muchachos no tendrían tiempo de preparar el toque antes del 15, falta muy poco.
Paul: Bueno, i don’t know entonces…
Alarcón: Ya sé, ¿te animas a armar algunas letras para la hinchada? Se nos está yendo de la mano el tema.
Paul: Ok, ok. I like de idea.
Alarcón: Ok, Paul, quedamos así. Vos nos tirás un par de letritas ahí que no festejen muertes ni nada de eso y vos tocás tranquilo el 15.
Paul: Ok, un placer, Ricardo.
Alarcón: Muy bien, Paul. Entre caballeros nos entendemos. Ah, una cosita más. Si andás medio engripado o afiebrado no vengas, o pisá fuerte y aguantá. Antes que te atiendan los enfermeros de acá…

¡Siiiiii chicos! ¡Volvió el análisis de canciones infantiles!


¿Extrañaban nuestros análisis de canciones infantiles, chicos? ¿Se cansaron de ir a la escuela y no entender qué puta cantaba la gangosa de la maestra que te tocó este año, mis niños? ¿Movían la boca haciendo como que cantaban la canción porque, total, la mayoría de la clase ya la sabía, menos vos porque la rata de tu maestra no fue capaz de hacer fotocopias para todos y vos tuviste que compartirla con la bigotuda de tu compañerita, mis chicuelos? ¡Volvimos! Acá estamos para analizar las canciones que te hacen cantar en la escuelita, ahora sí las vas a entender pedacito de un limitado.
Dale, soltá esa tiza y no intentes hacer lo mismo que el tío, sacate eso de la nariz. Ponete los lentes cuatrojos y vichate esta cancioncita que hoy te traigo para vos, mi chiquitito.
Para ustedes y nada más que para ustedes, el análisis de La Farolera:
La Farolera tropezó, y en la calle se cayó…
Empecemos con una aclaración, estamos hablando de la época Colonial. Yo sé que todavía no avanzamos mucho de esa época a hoy, pero como que eso de faroleros ya no corre. La muchacha, llamémosle Raquel, ejerce el oficio de farolera, es decir, “enciende” los farole’ en la calle. Veremos si es cierto, veremos si no hay una metáfora escondida. Por lo pronto vemos que se pegó un tropezón.
Parece un poco obvio, si tropezó y nos basamos en la estadística, el 49% de las personas caen al suelo. Si es farolera y como se hace hincapié en ello, entonces se encontraba en su hábitat de trabajo: la calle, porque perfectamente se podría haber dicho “Raquel pelaba zanahorias y tropezó, y en la cocina se derrumbó”; y no. No me gustan las cosas obvias, acá hay gato encerrado.
Y al pasar por un cuartel, se enamoró de un Coronel…
Si nos quedamos en la chiquita “pasar por un cuartel” es normal en su trabajo, tenía que prender los faroles de la cuadra y bueno, tuvo que pasar. Ahora, el Coronel es de los rangos más altos en un ejército, ¿qué hacía en la calle para que la farolera justo al pasar lo viera? Empiezo a descreer totalmente. Acá esto tiene un cartel escrito por todos lados: la farolera no era farolera, era prostituta. No pasaba en frente al cuartel prendiendo los farole’, fue detenida como cualquier meretriz que trabaja en la calle y por mes termina dos o tres veces entre rejas. Es obvio, tantas veces terminó detenida que conoció al Coronel, y como todos sabemos, tuvo que “pagar” el precio de su oficio y de su libertad, conociendo un poco más a dicho Coronel, llamémosle Eduardo.
Eduardo era muy bueno con ella, se compadecía de tener que verla sacrificándose por su familia en la calle, vendiendo su cuerpo, y él siempre tenía que hablar con ella. Al principio sí, se aprovechó de su oficio y a cambio de la libertad la hizo pasar momentos difíciles, a los que ella ya estaba acostumbrada. Luego, con el tiempo se fue apiadando de Raquel y no la obligaba a tener sexo con él, simplemente la escuchaba. Y así ella fue enamorándose de Eduardo. Coronel pero humano.
Alcen las barreras para que pase la Farolera…
Esta parte de la canción me sugiere apuro, me sugiere a “ahí viene, ahí viene, rapidito abran las barreras y haganlá entrar”, y todos los botones en la puerta acelerados, apurando el paso porque algo pasaba, todos lo sabían menos Raquel, “la farolera”.
De la puerta al sol, pongo la escalera y enciendo el farol.
Lo que pensábamos, una terrible y trágica metáfora: la cosa se complicó con la relación que Raquel y Eduardo comenzaron a tener. Ella muy seguido acusaba de abuso a sus clientes para terminar en el cuartel todos los días y poder ver a Eduardo. Eduardo era casado y el rumor en la ciudad ya había circulado. Todos los escoberos, plumereros y demás faroleros ya se habían enterado del romance, y la vida pública –que ya había sido cuestionada en varias oportunidades por el Jorge Rial de época- de Eduardo corría peligro. Entonces… Lo que se suponía, había que terminar con la vida de Raquel, que se había vuelto una amenaza. Además… En el fondo Eduardo sabía que terminar con ella era la mayor muestra de amor que podía darle, ayudándola a terminar con la vida que estaba llevando.
(Es la foto más parecida que encontré a una prostituta de la época Colonial). Ahora cuando vayas a la escuela o cuando te agarren de gil y te toque disfrazarte de escobero en algún acto, vas a entender mejor cómo era la vida de estas personas. Soltá ese libro, dale, no te va servir cuando tengas que salir a robar billeteras o entrevistar sindicalistas.

Un poco de reflexión nunca está mal


No sé qué me está pasando, estoy escribiendo todos los días. Espero que sea bueno, por un lado me expreso aprovechando que el país de las hamburguesas todavía no sacó esa ley que –como quién dice- prohibiría todo lo que sea… Hacer algo. Por otro lado es malo, no tengo la cantidad de lectores que el New York Times, incluso menos que Ovación. Pero bueno, en esto de los apocalípticos e integrados siempre me consideré un apocalíptico. No caben dudas, soy la extinción de la raza humana en potencia.
Hace un tiempo tuve un montón de ideas: concursos de chistes que acerquen fans a la página de facebook, sortear premios como stickers o remeras. Todas cosas que ya tengo diseñadas y bien archivadas en las carpetas perfectamente ordenadas de mi computadora.
A veces siento que todo el mundo me lee o que mucha gente que quiero me lee. A veces ni mi propia pareja me lee, pero bueno, ella está para eso de Tinelli y todos los programas que giran en torno a la fuerza gravitatoria que emite el Bailando. Tá, de última perdonenlá, es buena gente después de todo. Como todo el mundo la está peleando para conseguir laburo en una competencia desleal donde saber cambiar pañales es la “experiencia” necesaria para entrar a trabajar. “Así es la vida” dijo el millonario de acá a la vuelta que cría dos caniches con rabia.
No me quería desviar de la conversación (mentira, estaba todo planeado, como ella ni me lee yo digo estas cosas). Un paréntesis: creo que no me favorece hablar de que tengo pareja, todas ustedes, mis admiradoras se sentirán muy desoladas en este momento (esto ya lo dije). Las comprendo, pero bueno, “así es la vida” dijo el almacenero de la otra cuadra.
Al final me desvié otra vez de la conversación, pero sabrán entenderme, en este país todo el tiempo tenemos que desviarnos de nuestro camino, ya sea en la relación estudios-mercado laboral o en la chiquita, desviarnos de calle porque están arreglando una. Al propósito de esto: ¿todo el tiempo van a arreglar calles? Nunca están bien, siempre las están arreglando.
Hablaba de esa sensación térmica que tengo todo el tiempo con mis lectores, ya sea en facebook o acá, en Twitter soy muy nuevo. En facebook tengo momentos que recibo gran cariño, gran aceptación, y acá estoy casi en una constante: la nada. Dos personas básicamente son asiduos lectores y me lo manifiestan comentando acá abajo. Pero siempre tendré la duda de cuál es la relación de entradas a la página con personas que definitivamente se toman un tiempito a leer. Espero que sea mayor a la cantidad de comentarios… Soy un soñador.
En temas bien polémicos tuve insultos, críticas y tremendos elogios (hoy me dijeron que tengo condiciones para letrista de murga, gracias che). Hace un tiempo que no hay temas demasiado polémicos, o hay temas que “no toco pito”, o simplemente escribo columnas que no tienen asidero ninguno.
Estoy muy reflexivo y eso no es lo que ustedes quieren, como de Juan Ramón Carrasco uno no espera que hable de fútbol sino de sí mismo.
Me encantaría saber qué recepción puedo llegar a tener si armo un concurso de humor, donde ustedes tengan la posibilidad de escribir lo que quieran, contar un chiste, mostrarnos una foto graciosa, lo que ustedes consideren que puede hacernos reír. La idea que tenía era que se vote mediante facebook para ser más justos, facebook es la red que más llegada tiene en los uruguayos. Me encantaría que participe gente de afuera del país, pero sería bastante bravo mandarles un premio.
Los premios son stickers y remeras. Tengo varios diseños de remeras pensados, aquí abajo les voy a dejar uno para ir haciendo boca. Me gustaría saber qué opinan, qué ganas tienen de que esto se lleve a cabo. Yo sé que es acariciar mi ego, y no es que quiera volver a citar a Juan Ramón Carrasco, pero JR sin los periodistas es como yo sin ustedes; que con un “me gusta”, con un comentario, con un retwitteo o lo que sea, me demuestran que están, que me quieren o que me leyeron (para el caso de los insultos que recibo).
Sí, es personal con esta gente lo mío. Ojo, por dinero uno… Bueno, ya saben. 

Carnaval para no carnavaleros, por un no carnavalero


No les voy a mentir, tengo la misma sensación que cuando estás en la parada y pasan todos los ómnibus de corrido y vos recién estás mirando los cartelitos y buscando el que te sirve. Lo mismo con el carnaval, gran costumbre uruguaya si las hay, que aún no me llegó a seducir.
Porque me preocupo por ustedes, mis queridos y carnavaleros lectores, decidí sentarme frente a la televisión anoche, en “la noche de los fallos”.
Les juro que miré los fallos hasta que terminó el de parodistas (más no me pidan, arrancó ese pedacito de la actuación de los ganadores y no soporté más). Sí, no tengo cómo comprobarlo, pero sentado en mi cama miraba la televisión y sacaba apuntes con mi celular sobre todo lo que veía. Si me habré esforzado por ustedes que la tecla del 7 estaba empecinada en hacerme la vida imposible pero yo no me rendía.
Ahora, día después, me siento en frente a la computadora para transcribir todos los apuntes y… Borré uno de esos “borradores” sin querer. No se imaginan la decepción.
Pero bueno, voy a hacer el esfuerzo, apuntalando mi memoria con una calibre 22.
No quedan dudas, el carnaval es la máxima expresión de la uruguayez. Nos engloba a todos como uruguayos, todo lo que es nuestro país es el carnaval. Empezando por las vestimentas a la moda de esos carnavaleros una vez bajados del escenario, son gente común, gente vestida a la moda… De principios de los 90’.
Claro, uno se enfrenta al televisor y ve esa cantidad de gente común pero sabe que para otra persona –carnavalera- representan glorias, sus ídolos, las personas que los hacen emocionar. Uno entiende todo esto, pero los ve mandar saludos al tío, a la tía, al primo, a la prima, al abuelo, al que no está (nunca falla), a la sobrina y a la hija de la amante del almacenero que ahora sale con la verdulera que antes estuvo casada con el que se sienta en la vereda a las siete… Y nos damos cuenta que en realidad son gente común.
Algo más uruguayo aún que el hecho de mandar saludos es la aglomeración de gente. Gente, gente por todos lados, muchísima gente.  Como en los ómnibus todos apretados pero besuqueándose y felicitándose en lugar de corriéndose de a poco hacia el fondo. Y otra cosa, ¿tanta gente integra una murga, parodistas o humoristas? Cada vez que los enfocaban en su lugar de concentración parecían un poco muchos, no sé, no me los imagino arriba del escenario a todos juntos. Parecían su mismo público, más que ellos mismos.
Los cantitos de hinchada dedicando la victoria quién sabe a quién. Porque como buenas hinchadas uruguayas no se entiende lo que cantan.
La madrugada, la trasnochada, algo bien uruguayo. Nada le gusta más al yorugua que madrugar y mamarse festejando que casi empatamos un partido si no fuera porque (y ya sirve de reserva moral) la pelota picó mal. Algo bien televisivo también, qué raro viniendo de VTV, canal que ha dado muestras de su inteligencia televisando más de una vez a Cerrito en el Estadio Centenario repleto (de butacas vaciás).
Si hay algo que es uruguayo es vincular todo con el fútbol. No digan que no, hay gente que se empecina en compararlo con la política. Nuestros campeonatos uruguayos supieron tener un Torneo Clasificatorio, un Uruguayo Especial, reglamentos comprensibles básicamente para personas superdotadas intelectualmente… Nada lejos de nuestro carnaval, donde te sacan puntos por no inscribir a tiempo un tecladista, por presentar mal calculado el centímetro cuadrado del papel glasé de los trajes o un chiste en “orsai”. Igualito a cuando el rival te pide los puntos porque el kinesiólogo se sentó en el banco de suplentes –y fue fundamental para la victoria- cuando no estaba inscripto.
Capítulo aparte para ese Excel de los puntajes, ¡me emocionó! Ah, no, es conjuntivitis. Mañana saco hora para el oculista, me rompieron los ojos con esos colores tan carnavaleros, pero poco televisivos.
También hay que decir las cosas no uruguayas que vi: la bandera preparada festejando el “1er premio en X categoría”. En la Copa América salió bien eso de la remerita con el 15. Esperemos que no se vuelva a repetir es lo que deseamos todos los que de verdad amamos al carnaval y a este país del asiento del ómnibus como máxima aspiración a la que puede llegar una persona en su vida.
Volviendo al horario: no me extrañaría que tengamos vendido los derechos televisivos a Japón o Australia. Capaz que el año que viene se los vendemos a Espn y vamos en horario central.
Una última observación: la inteligencia de nuestro pueblo –al igual que los que le escriben al facebook de Evra esperando respuesta- escriben cosas como esta: “hola coco para mi tuvo q ganar la margarita un saludo para todo”. Al propósito, eso de los mensajes de texto debajo de la pantalla me suena a condiciones impuestas por Tele Chat a la hora de ceder su horario, “¿cómo hace la gente para conocerse si no? Imaginate, tienen que salir a bailar o caminar por la rambla”.
Hace un rato me enteré que ganó La Trasnochada, no sé, no entiendo nada, pero para mí la imitación a Fabián O’Neill es de lo mejor que he visto en mi vida después de imaginarme al Chengue entrando a patotear senegaleses en su propio vestuario. 

Si te ponés a pensar es más pura que la que sale de la canilla, no te quejes tanto


Los días de lluvia son como los conocemos, agua que cae del cielo en mayor o menor medida, pero que jode como mosquito en una noche de verano.
A todos nos jode, al que vive en la calle, al que sube al ómnibus, al que tiene que bajarse de la 4x4 para abrir la cochera porque todavía no terminó de pagar el LCD de 60 pulgadas y no puede pagar un ppa, o al que tenía agendado salir a matar afganos.
Claro, ahora ustedes pensarán en la gente que tiene campo y cultiva la tierra; les contesto con un rotundo “no”, esa gente no se conformará con el agua caída o mostrará su descontento en algún canal local –de esos que son sucursales de los 4, 10 y 12 y que jamás limpian el lente de la cámara- porque cayó demasiada agua.
Con más gracia que la de Suárez y Forlán para actuar en publicidades uno tiene que revolverse para sobrellevar estos días. Con mayor dificultad aún si uno tiene que salir a la calle a hacer cosas.
Suena la alarma del celular (¿para qué un despertador a esta altura?), y luego de un par de puteadas al aire, diarias, protestando por el por qué de que los estudiantes universitarios no podemos viajar gratis en los ómnibus, uno se dispone a escuchar lo que pasa afuera, o lisa y llanamente mirar por la ventana.
No tengo ventanas que den a la calle, sí, sino se los expliqué en otra oportunidad se los cuento ahora: vivo en una especie de búnker de guerra. Por ende escuché el sonido ambiente que la naturaleza me ofrecía: una tormenta que se rajaba la tierra.
Al rato después –de haber seguido durmiendo- me desperté por diferentes circunstancias, emprendí mi camino gracias a la tregua que el tiempo me había dado, y llegué a destino; literalmente, me tomé un ómnibus y terminé en Plaza Independencia. Si se quiere, tomar un ómnibus fue una acertada decisión ya que no había un sol que rajara la tierra ni mucho menos, afuera todavía la amenaza estaba latente.
Cumplido el objetivo, dicho sea de paso la búsqueda de apartamento para salir de este búnker de mierda, decidí volver caminando. “¿Para qué?” es lo que hoy me consulto cada cinco minutos. Algo es cierto, comprobé que con esto del cambio de hora oscurece más temprano, eran las once y media de la mañana y ya se venía la noche.
El centro estaba minado de gente que caminaba más rápido que lo normal. Eso es decir mucho, muchísimo, me vi dentro de una maratón con mi paso de paseo dominguero constante (no es que yo camine lento, es que disfruto el paisaje). Como era de esperarse, llegué último en la carrera y a diez cuadras de mi casa recurrí a lo que muchos seres humanos solemos hacer cuando nos tapa el agua, ¿tomarse un taxi? No, justo hoy andaba sin el maletín con los fajos de dólares que llevo a cualquier lugar por si tengo que tomar un taxi, entonces decidí acobijarme debajo de un techo.
No me fumé un cigarro, porque no fumo, pero era una linda ocasión para hacerlo, le hubiese dado mucho glamour  a mi presencia debajo de ese techo mirando la lluvia pasar, o parar, que era lo que esperaba en realidad. Tampoco entablé diálogo con nadie, como mucha gente suele hacer, es que en una sola oportunidad alguien fue mi compañero de techo, y apenas cruzamos una mirada de “¿qué tiempo de mierda, no?”, y se ve que malinterpretó mi  mirada y entendió algo así como “no me vengas a romper las pelotas hablándome, ¿no ves que estoy escuchando a Darwin? Rajá de acá que yo llegué primero”, y se fue.
Está el que corre escapando de la lluvia (flaco, corras o no te vas a mojar igual); el que se tapa con el diario, con su propia mano o con la tapita del celular; el que lleva elegantemente su paraguas; el que va con paraguas pero lejos de la elegancia lo vemos en plena lucha buscando el ángulo perfecto para que el viento no se lo desarme; el suicida que se descalza; o mi favorito: el que camina como si nada.
Como no tenía ganas de mojar la poca ropa que tengo me detuve a observar y a disfrutar: el hijo de puta que acelera cuando hay un charco existe, y va en un Chevrolet negro, matrícula… Perdón el desliz.
Me sorprendió ver jóvenes debajo del paraguas caminando a poca distancia de una dama desprotegida, y que estos jóvenes no ofrecieran un lugar para cubrirse de la lluvia y así aprovechar una instancia para entablar diálogo, y -por qué no- pedirle la mano a la botija luego de semejante señal de romanticismo. Bueno, nunca lo hice, pero razonándolo debajo de ese techo mágico que me hacía caer pensamientos de todo lo que observaba, llegué a la conclusión de que esta gente está desaprovechando esa gran oportunidad que les da la lluvia. Después no digan que no les avisé, cuando terminen en el borde del suicidio y recorriendo a la última salida posible para encontrar pareja: escribir a Tele Chat.
Perdidas las esperanzas tuve que emprender viaje, unas cinco cuadras bajo lluvia me esperaban. Las afronté con total naturalidad, respiré hondo, la miré seria y comencé a caminar, un poco más rápido sí, pero nada de fruncir el seño en gesto amariconado de “ay cómo llueve”. Así de valiente llegué a mi casa, o búnker: mojado.
Y así transcurrió mi día, aprovechando a salir en los momentos en que cesaba la llovizna, pero jamás escapando de ella, cada vez que me bajaba de un ómnibus me encontraba con ella. Ahí estaba ella, esperándome con cara de “ah, ¿te pensaste que te escapabas de mí?”, en cada parada en la que me tocaba bajar.
Y aquí estoy, debatiendo mi angustia por no tener dónde comprar tortas fritas (andá vos a freír algo en un búnker de guerra, valga la redundancia sin ventilación), y escribiendo para ustedes mis queridos y mojados lectores.

PD: Sé que no es una carta y no corresponde el posdata, pero se me ocurrió una nueva reflexión: qué momento me estoy perdiendo para opinar de carnaval. Es verdad, no me gusta esta costumbre tan uruguaya, pero sé que un día me va llegar, aunque conociéndome puedo decir que nunca me va volver un fanático. Pero bueno, sigan nomás en lo que estaban, eso de hablar sobre quién va ganar mañana en eso de los fallos, yo acá jugando al Mario Bros.
Jamás vi a nadie en una pose como esta. Se me hace que es puro teatro.

Hay cosas que no voy a entender


La humanidad siempre nos ha sido tan poco recíproca que no entendemos muchos de los sucesos que nos rodean. No, a muchas cosas no le vas a encontrar explicación ni siquiera prendiendo la televisión dos veces o dándola vuelta para ver si aclara un poco la cosa.
Por eso hemos recogido muchos de estos misterios de la humanidad, y aquí te los traemos. No, gracias a vos.
-¿Liverpool (Liverpúl) algún día va ser campeón?
-Las cintas rojas de los paquetes de galletitas absolutamente unidas a lo demás. No la busques, no hay punta de dónde abrirla, el 98% son joda.
-¿Alguna vez un periodista deportivo “colgó” el micrófono?
-El mito de Messi. Lo vi jugar dos veces –lo juro-, en la primera perdió en velocidad con el Lolo Estoyanoff, y en la segunda se lo comió en dos panes con panceta y huevo frito el Señor Andrés Scotti, con mate y termo abajo del brazo.
-Los hinchas de El Tanque Sisley.
-¿Quién fue primero: el Tola Antúnez, Carlos Manta o Caruso Lombardi? ¿Son la misma persona?
-Los cinturones de seguridad en algunos ómnibus interdepartamentales.
-Los criterios de Tenfield para televisar partidos cuando no juega Nacional o Peñarol.
-Las ideas en catarata y ningún papel a mano para anotarlas. Un desperdicio, antes de prender la computadora ya perdí varios misterios de la humanidad.
-El mundo Vtv.
-¿Carlitos Díaz está esperando pegar el pase o que le crezca el pelo?
-Juan Ramón Carrasco.
-¿Julio César Gard es de verdad?
-¿Ciber-barras o gente con tanto tiempo para actualizar una página web constantemente para ver con qué lo putean para responder con la correspondiente puteada?
-¿La camiseta de Nacional es una remera de ciclismo de la antigüedad?
-El final del recorrido del 370.
-El color de pelo natural de Diego Forlán.
-¿Las personas que no pagan impuestos van al Infierno? El Jesú cuando anduvo en esa de decir lo que se podía y lo que no, no lo aclaró. No sé, mandanos un mensaje de texto aunque sea.*
-La inmortalidad de Mirtha Legrand.
-¿Palito Pereira es así de bueno o es un personaje? Yo lo quiero, hace rato, en mi mesa de luz.
-¿Sergio Gorzy es, o se hace?
-Never Araujo.
Agradecemos que nos acerquen más misterios que ustedes consideren. No teman, tenés una duda, decímela ahí abajo donde dice comentar, por ahora es libre y no precisás hacerte una cuenta. Hasta que llegue el día que se me llene de comentarios ciber-barras, claro.
*Ahí me sonó el celular. Dice que no, que no es un pecado. Dichas personas gozarán de buena salud, y aunque acarrearán problemas familiares lograrán molestar lo suficiente a las demás personas para vivir de ellas; nada más.     
                               
Cuando no tenga pelo, espero parecerme a este simpático señor cuando piense. Ahora que lo pienso bien, es parecido a mi padre.

Terror en una policlínica


Reiterados son los hechos de violencia que azotan a Villa de la Floreada. Días atrás una anciana perdió sus lentes en la calle y ningún ciudadano fue capaz de sumergirse en un alcantarillado para recogerlos. O también recordemos la golpiza brutal que sufrió un ciudadano por no saludar a sus vecinos cuando iba camino al almacén.
En la pasada tarde, la policlínica local, COMEN, se vio alterada en su funcionamiento normal y cotidiano, por la presencia de un individuo “impacientemente violento”, según lo calificó una señora allí presente, que por razones de seguridad no dio a conocer su nombre.
Eran las 18 hs cuando el individuo GDCP esperaba de pie, afuera de la enfermería, para ser atendido por el doctor.
Pasadas las 19:30 GDCP comenzó a verse inquieto, molesto, algo perturbado. “Yo lo vi al botija sí, estaba merodeando la enfermería. Hay que entenderlo, seguramente se había enterado que quieren retirar de la camiseta de El Tanque la imagen de San Cono; a cualquiera de nosotros en el pueblo nos molestó”, concluyó nuevamente la señora anónima, con claras señas de querer hablar sobre otro tema que la inquietaba.
“Ah si si, lo vimos con mi señora. Bastante antipático el nene, no nos saludó cuando llegó, ni un ‘buenas tardes’. Pero vio cómo son ahora los botijas, te entran a la policlínica y lo único que quieren es que los atiendan primero a ellos. Seguramente lo de él era una bobada y en dos minutos estaba afuera, pero que espere, que se acostumbre lo que es la vida, si le toca tiene que esperar horita y media a mí ahí adentro mientras me recomponen”, comentó a Fijate si puso la puerca “Carlitos”, quiso que lo llamáramos de esa forma porque “así me conocen todos”.
El reloj corría y no notaba ningún movimiento, nadie entraba y nadie salía de la enfermería. “Lo vi muy inquieto sí, demasiado para mi gusto. Manoteaba los carteles como queriendo arrancarlos o ponerlos en su lugar. Golpeaba las paredes como despacito, medio cagón ahí también, porque si vas a golpear una pared dale con tantas ganas que la vieja que espera al cirujano se haga en los pañales geriátricos”, indicó una enfermera.
“También hay que quebrar una lanza por el pibe. Tuvo que fumarse que un doctor abriera la puerta de la enfermería y comentara ‘los agarré justo’ cuando encontró al doctor y la enfermera adentro”, comentó un enfermero, que prefirió ser conocido como “el flaco cara de culo”.
“Sí, me acuerdo haberlo visto, incluso crucé palabras, me dijo que la cosa estaba demorada. Pero la verdad que un maleducado, me senté al lado de él y no me avisó que una vieja se había meado antes en la silla. Andá vos después a disimular en la calle eso de andar con el culo mojado”, indicó un señor que tampoco quiso dar su nombre pero pidió que lo llamemos “el bigote”.
Hasta aquí las declaraciones previas a la “explosión” de GDCP. Como verán el individuo sufrió una larga espera, larguísima para ser más precisos. Pasadas las 23 hs, señalaron todos los testigos, se dio el momento de mayor violencia. Un testigo presencial nos dio su testimonio al respecto:
“La verdad que desde que se sentó al lado mío lo noté violento, porque ni una palabra me dijo. Y eso que yo le sacaba tema, le hablaba de mi pierna quebrada, que me tenían que curar, que no podía andar demasiado y tenía que hacer reposo, que era la primera vez que usaba bastón (…) de lo difícil que es la vida y esas cosas. El botija lo único que hacía era asentir con la cabeza, muy maleducado, se sonreía por compromiso o no sé si no se burlaba de mí.
Pero llegó el rato en que explotó el botija. Serían las 23 hs, no sé, y llamaron a mi señora que estaba esperando hacía doce horas y que probablemente la tuvieran adentro unas dos o tres horitas; eso se lo comenté, no me puede negar porque se lo comenté, que no me escuchara porque estaba nervioso esperando no quiere decir que no se lo comenté. Yo se lo comenté y el maleducado me sonreía nada más.
Pero así fue, qué te digo que el botija se para y como quién no quiere la cosa arranca el extintor de la pared. Ya venía medio coloradito de cara, no sé si se habría bajado un tinto antes de ir o estaba hirviendo de calentura por esperar tantas horas. En una agarra y se para, todos lo quedamos mirando, la verdad que nada salía de lo común, todo era charla de ‘a mí me duele esto, a vos te duele aquello y juntos nos duele lo otro’. Entonces el botija se paró y había algo nuevo pa’ ver, ¿vio cómo es, no? En el interior no pasa nada, y si un botija se para en una policlínica, cuando no lo llamaron, ya es centro de atención. Agarró el extintor y empezó a insultar, que ‘la mierda con esto, no puede ser que te tengan una vida esperando acá’. Luego se detuvo un instante, a mí me dijeron que estaba leyendo las instrucciones de cómo se maneja el extintor, pero yo, que mucho no veo, para mí estaba mirándonos a todos para medirnos y dárnosla. Bue, qué te digo que el botija da el extintor contra la puerta de la enfermería y entra insultando al médico, amenazando que lo atiendan mientras pegaba el tanque del bomberito contra el marco de la puerta. ‘Vos, puto, atendeme de una vez, si cada vez que entro me sacás en dos minutos y me decís que venga en una semana. ¿Me estás tomando el pelo? Largá ese viejo que no le queda nada de vida y atendeme a mí que soy el futuro del país. Otro pibe que esperaba acá afuera ya se las tomó porque no aguantó más la espera. Estos viejos están acá esperándote porque no tienen que hacer una mierda, yo no tengo ganas que se me vaya la vida acá adentro, hijo de puta’.
Bastante exaltado se había puesto el gurí. Yo no entiendo por qué, si estábamos tan bien esperando afuera con los señores que habían. Él porque no quería conversar nomás…”.
Aterrador. No se nos ocurre otra palabra para calificar el siniestro. Sí, ya todos sabemos que siniestro se utiliza para accidentes de tránsito, pero se ha puesto de moda. Fuentes policiales calificaron de “inédito” el hecho y ya se hicieron cargo del asunto. El jefe de policía a cargo del suceso informó que fue “frenado entre cuatro” el individuo GDCP, luego de retirarle el arma del delito, el extintor, con el que agredió físicamente a la enfermera, derribó una camilla al grito de “esta camilla de mierda mirá dónde la metiste para que me tropiece”, y bañar en polvo a una anciana que luego de eso tuvo que ser trasladada de urgencia, dos horas y media después, al sanatorio principal, por graves obstrucciones a las vías respiratorias a causa del polvo blanco del extintor.
El individuo está en manos de la Justicia, de la que se espera una pronta resolución y por ende la pena correspondiente. Hasta el momento solamente se recurrió a decirle “vení el jueves a las 12 que te atendemos”.
Imagen del “arma del delito”. Ya confiscada y trasladada de urgencia para hacer pericias que comprueben los hechos. El resultado de dichas pericias seguramente esté pronto dentro de dos meses y medio, antes serán estudiados los lentes de la anciana que cayeron en la alcantarilla y la camilla con la que tropezó GDCP.