Hola,
mi nombre es Chanchito y hoy tengo ganas de hablar de Rodrigo Romano. Yo sé que
el pueblo lo admira, que la gente repite sus apodos, repite sus chistes,
repite, repite, repite… Igual que RR, como quién dice.
Sí,
ya se habló de este individuo en el blog, pero hace tiempo, la gente se olvida,
y al nabo que escribe ya nadie le cree nada, por eso ahora vengo yo a hablar
del relator del fútbol uruguayo.
En
primer lugar, estoy asustado. Los periodistas deportivos en este país tienden
al infinito, y hay pruebas que mejor no mencionaré porque no quiero ser acusado
de morboso o directamente de hijo de puta. Entonces tenemos Rodrigo Romano para
rato.
En
esta era donde todos quieren hacer humor (y nadie lo logra), ni los relatores
de fútbol se salvan de esto. Ahora, hace más de diez años que este muchacho
hace chistes, el problema es que no pasa como con los espectáculos de stand up,
que año a año renuevan los chistes. Se me dirá que se mantienen un año entero
haciendo los mismos chistes, sí, lo hacen, pero este muchacho (Romano) lo viene
haciendo durante años, y años.
Usted
en este momento estará detestándome a ultranza, y yo sé que no es la mejor
manera de arrancar esta serie de columnas que comienzo a escribir. Lo sé porque
está de moda, como tantas otras cosas, admirar a Rodrigo Romano; y eso también
se viene repitiendo desde que inventó el “¡fierriiiito!”.
A
las sistemáticas repeticiones de repeticiones quiero sumarle una: le aburre el
partido. Es cierto que nuestro fútbol carece de vistosidad, excepto alguna moña
de Macchi o un caño de Carlitos Díaz, pero usted (Romano), labura de esto, ¡no
se me aburra che!
Es
una constante en cada partido (y no miro muchos) que se cuelguen a hablar de
temas X. ¡Pero muy X eh! Y por ende ¿qué pasa? Se comen goles. Y ahora no me
vengan con criticar al director de cámaras, exijo respeto por la oportunidad
que se le dio a un discapacitado mental para trabajar en una empresa de primer
nivel.
Dejemos
de lado esa capacidad de repetir el mismo plano en diferentes cámaras lentas
durante cinco minutos y medio, y concentrémonos en el momento abrupto donde
pasamos del slow motion a la pelota dentro del arco.
Qué
sensación fea, qué impotencia, qué ganas de pegarle al muchacho. Bueno, no me
lo critiquen más, pobre discapacitado, eso se llama discriminación. Quiero
concentrarme en el relator, y también en su comentarista: ese muchacho que
habla rápido, para adentro y en voz baja, casi como un paraguayo. ¿Estos tipos
se encuentran de espaldas a la cancha? Porque si el director de cámaras se come
el 70% de los goles que se televisan, vaya y pase, pero al mismo tiempo el
relator grita “viene el remate ¡gooooooo…!”, en el mismo momento que el
futbolista ya está empezando a festejar el gol. Y palito para el comentarista,
que también está de espaldas mirando el monitor y no fue capaz de “bueno, vos
ves un rato la novela, yo miro la cancha y te pego un piñazo pa avisarte
cualquier cosa”, no, no es capaz.
Para
cerrar y terminar de ganarme el odio de las masas (ni tanto, son tres millones,
el día que alguien de afuera me valore, me voy a la mierda y todos ustedes se
pueden ir a… Mirar la previa de Tenfield), quiero comentar otra cosa: el cliché
que inventó para la racha goleadora del Canguro Porta. Por si alguien no la
tiene junada, el relator, en cada festejo de gol del Canguro, grita:
“in-so-Porta-ble”. Bueno, acabo de decidir censurarme, no voy a comentar nada,
el entrecomillado habla por sí mismo.
Hasta
la próxima, amigos.
La responsabilidad de
todos los conceptos vertidos es de Chanchito. “Fijate si puso la puerca” se
deslinda absolutamente de toda demanda que pueda realizarse.