Mirá la Tota

Nuestro incesante equipo fotográfico que trabaja para Cerrame el obturador, años atrás obtuvo esta imagen en el Parque Central. Hablamos de un personaje que hoy en día ya no cuenta con los minutos-chimento con los que contaba en ese entonces.
Como siempre -incluso antes de que esta página comenzara a funcionar- nuestros fotógrafos estaban al pie del cañón (ni tan cañón, es una 6.1 megapíxeles).
Nos encontramos con la "posible" presencia de la Tota Santillán en el templo tricolor. ¿Por qué el entrecomillado? Porque si de verdad era la Tota, no lo sabemos, su camuflado con campera de nylon, gorro y lentes -bajo 45° a la sombra- no nos permitía descifrarlo con claridad.
PD: claramente denotamos el sufrimento del hincha que se encuentra detrás, haciendo todo tipo de esfuerzos por esquivar la humanidad que tenía delante y poder ver el partido.

Santa la criolla

Mirar televisión abierta en Uruguay en medio de semana santa debería estar establecido por la Biblia como el octavo pecado capital. Además de las toneladas de basura argentina que no por ser semana santa descansan (este gremio de recolectores de basura argentina no tiene problema ninguno, te trabaja hasta un viernes santo), hay que encontrarse a diario con constantes dejavúes de años tras años.
Y me refiero a lo que ustedes ya se imaginan, las notas de color en los informativos. Las criollas y todo, absolutamente todo, su entorno. Desde los paisanos haciéndose el asado, entrevistados como si un fenómeno ajeno a la naturaleza montevideana estuviera invadiendo el cemento capitalino; cuando todos sabemos que no se trata de otra cosa que un asado, un pedazo de carne cocinándose a las brazas. Pero año tras año los “gauchos” son interrogados con la profundidad que merece la fecha, con la seriedad de un entrevistador profesional, con todo el periodismo de investigación uruguayo resumido en una sola pregunta: “¿y? ¿cuesta avivar ese fuego, don?”.

Nunca faltan los porrazos que más de un cristiano se pega al montarse a un caballo para jinetearlo. Y he aquí un punto clave. Hablar de jineteadas en semana santa es hablar de un clásico. Es como el Real Madrid – Barcelona de las costumbres orientales, como el Nacional – Peñarol de los deportes criollos en nuestro país, como el River – Boca de la estupidez uruguaya. A ver, son un espectáculo las caídas en las jineteadas, porque obviamente hablamos de lo que la gente espera, ver a esos deportistas de la monta enterrados de cabeza. Porque seamos sinceros, seguramente este deporte tan respetado, tan difundido en esta semana, y tan salvajemente idiota, tiene sus Messis y sus Cristianos Ronaldos, pero la verdad es que nadie los conocemos; entonces ¿qué esperamos? que se revienten contra el suelo. Pero seámonos más sinceros aún, no precisamos mirar la televisión, esperar los sangrientos policiales, los 25 minutos diarios de Mujica, y las interminables tandas, para ver a un cristiano caerse de pico; basta con concurrir a una feria un sábado de mañana. Con esas naranjas rodando por la calle ríanse de un universitario yankee con calibre 22 en mano.

“Hasta los canarios de las criollas te levantan un estadio”, dijo un día un paisano que por ahí pasaba, mientras terminaba de ensillar su mate comentaba lo que veía. “Eso sí, ya no son como antes, vos ves que la gente no viene, siempre hay claros en las tribunas. Pero bueno, la butaca para la semana entera te sale cara, para eso te gastas esa plata comprando alguna chuchería en la feria. Yo creo también que tanta violencia con los caballos esos que te salen como locos; te aleja un poco la familia de las criollas”, agregaba.

Y para cerrar, otro clásico de un viernes santo: la nota en las pescaderías. Yo vendedor de pescado, pescador, traficante de merluza, adicto a los mejillones, magnate en la industria del cazón, o simple cazador de bagres*; me frotaría las manos, limpiaría un poco el local, cada mañana miraría al espejo imaginando que soy enfocado por una cámara para hablar de ese tema tan profundo para nuestra sociedad. Igual, pensándolo bien yo creo que el pescadero no es bobo. Pondría las manos en el fuego a que ven venir semana santa y comienzan las cargadas de “¿sabes cómo le dicen a los periodistas?”, “¿qué diferencia hay entre un periodista y un…”, o “había una vez un periodista, tan pero tan bobo que…”. Concluyendo su semana de regocijo con el momento clímax de la interacción pescadero – periodista, con la pregunta sorpresa de éste último: “¿se vende bien en esta fecha?”.
No queda acá, todo esto se ve acompañado de la constante preocupación de las caras visibles de los informativos sobre el estado del tiempo en esta semana, con tono de “no vaya a ser cosa que les llueva”. Como si les fuera de su incumbencia a estos señores atornillados a un sillón cómodamente acolchonado, bajo un aire acondicionado ajustado según les convenga.
Por eso a veces uno se pregunta a uno mismo: ¿esto no lo vi antes ya? Y la respuesta es sí, pero la verdad es que si nos están pasando imágenes y entrevistas de archivo; no nos enteramos, a menos que llame algún familiar para avisar que la persona que acaban de entrevistar falleció hace 15 años. Y esto también se vuelve difícil, como todos sabemos que un medio se retracte de algo es más difícil que comerte un choripan en el estadio y terminar limpio. Entonces año tras año nos hacemos la misma pregunta, porque año tras año nos parece ver lo mismo; si esto no es la cadena cíclica más grande e interminable de dejavuses, no sé qué es.
*No soy ninguna de las anteriores opciones citadas. Oficialmente abandoné una de ellas, tiempo atrás.

Las nuevas redes sociales y las tecnologías modernas han gestado a una nueva tribu social: el gaucho flogger. Como observamos en la imagen su principal característica es la de autofotografiarse siempre en alguna situación cotidiana de su condición de gaucho. Como sabemos, los tiempos cambian, también las camisas de los nuevos gauchos se adhieren a la corriente fluor, que cada vez gana más terreno en nuestra sociedad; seguramente tenga fin el día que masivamente nos quedemos todos ciegos con una encandilada generalizada en una chapa de dolmenit. También se los podrá ver fotografiados peinando un caballo, cortando el asado, o como todos, en el espejo del baño.

¡Manzanito!

Continuamos con la sección Cerrame el obturador. Muchos de ustedes seguramente han concurrido al Estadio Centenario para vivir algún partido de la Selección Uruguaya. Desde Fonseca hasta Suárez, pasando por el Canario García, el Pato Sosa, Darío rodríguez o el Chengue Morales, hemos tenido en ellos montones de personajes muy particulares; folklore de nuestro fútbol, digamos.
Pero también es común encontrarnos con personajes como el Pato Celeste (en sus dos ciclos), o el mismo Charonito (¿desde el Más Allá llegaron órdenes de exterminarlo?). Y ahora este, a quien con un amigo bautizamos como Manzanito; ya que desconocemos su nombre. ¿Publicidad? No, no hay marca alguna o si quiera un eslogan que lo advierta. ¿Un nuevo personaje “mascota” de la Selección? A menos que haga homenaje a la camiseta alternativa roja, podríamos decir que no. Por cierto, qué fea que ha sido la camiseta roja de Uruguay, años tras años.
No tenemos veredicto sobre la función de Manzanito parado en el Talud de la Ámsterdam. Si me preguntan, opino que tiene que ver con alguna campaña subliminal del gobierno, de esas bien chotas como la del cigarro, el alcohol o las drogas; pero esta vez dirigida hacia el “comer sano”. Ta, avísenle a los puestos de venta, porque yo creí que iba a encontrarme con todo tipo de ensaladas vegetales, o algún producto de soja (¿por qué todo lo sano se asocia a la soja?); pero terminé encontrándome con choripanes, hamburguesas y panchos. En fin, personaje risueño, simpático, alegre; pero pelotudo.

Editorial: bandera

Más allá del arsenal armamentístico que hoy mismo podemos ver introducido en el Estadio Centenario, es el tema del momento. Bien de nuestro país claro, donde el tema de momento perdura lo que necesariamente tenga que perdurar.
Recordemos el Mundial de Sudáfrica, donde mágicamente el nivel de criminalidad, los asaltos, las violaciones, los secuestros, la violencia doméstica, y las ancianas tropezando en la feria; bajaron al 0%.
Como dijimos ya, el tema de la bandera es el tema del momento. Y si eran pocos los condimentos para la hamburguesa bien uruguaya esta, agreguémosle el condimento “más grande del mundo”. Ideal que claramente a esta altura ya le robamos a los brasileros, especialistas en sacar chapa de mejores.
La torta frita, la bufanda, el guiso, el asado, el buñuelo, o la flatulencia más grande del mundo; son propiedad uruguaya. Y cada uno de estos temas siempre ha sido punto de atención por parte de toda la prensa local, bajo el título de “la noticia del momento”.
Por eso estamos ante la combinación más peligrosa que la mismísima bomba atómica, o un bombazo del Canario Olveira. “X más grande del mundo” en el fútbol, significa que si miramos un informativo, si esperamos un flash informativo, si miramos a la Canosa, si esperamos las nominaciones de Gran Hermano o si miramos a Cacho Bochinche, ¡vamos a ver a la bandera más grande del mundo!
Corrijo, la bandera más grande del mundo todavía no la vamos a ver. Pero sí tenemos que fumarnos insoportablemente la expectativa que se ha creado en torno a un pedazo de tela que será desplegado esta noche en el Centenario. Repito, un pedazo de tela, nada más.
Peligrosísima expectativa. Recordemos también que estamos ante una bandera diseñada por hinchas. Dije bien, hinchas. Y todos sabemos la capacidad de razonamiento que emergen de esas cabecitas, generalmente violentas, generalmente vacías, generalmente nulas de todo razonamiento que se aleje de un “vo gallina (más insulto correspondiente)”.
Ahora, la expectativa es peligrosa porque esto sale de hinchas y no sabemos a lo que podemos estar expuestos. Yo por mi parte, procederé a taparme los ojos, que alguien a mi lado me diga cuándo está totalmente desplegada, así retiraré mis manos y me dispondré a sorprenderme con la historia de Peñarol resumida en una bandera.
De la vereda de en frente no se hicieron esperar las cargadas. “Tenés bandera, estadio no”, “menos tela, más portland”, “vos escribís tu historia en una bandera, yo precisaría un domo que cubra el Estadio Centenario, incluida la torre de los homenajes”. Pero simplemente son respuestas de hinchas de un cuadro, a hinchas del otro; como somos un blog imparcial le damos voz a todos.
Antes de culminar queremos recordar que la “gran obra maestra” por la que esta hinchada se viene recordando a sí misma es por el diseño de una gallina inflable, sospechosamente ingresada al Estadio. Veremos si hoy se superan a sí mismos como persona adulta, y logran sorprendernos con un majestuoso diseño. O tanta presión, tantas miradas encima, tanta expectativa; termina haciendo que terminemos parándonos de mano para poder leer lo que la bandera dice.

Cancionero infantil, parte cuatro

Continuando con este profundo análisis de las canciones que mortificaron nuestro cerebro en esa hermosa etapa llamada “infancia”. De la que todo adulto siempre se encarga de sabotear, por la envidia que le genera. No me vengan con la ética ni la moral, acá todos sabemos que los adultos se empeñan de hacer imposible la infancia de uno, luego la adolescencia y así sucesivamente hasta su lecho de muerte.
En este caso volvimos a recurrir a fuentes cercanas para seleccionar la canción a analizar. Qué mejor que recurrir a una de esas personas que se encargan de destruir la infancia, como un Educador preescolar. En este caso la canción se intitula “A guardar”:
A guardar, a guardar
Esta frase me trae recuerdos espantosos. ¿Por qué? Se preguntarán todos, porque de niño hubiera soñado escuchar esa frase en una maestra, un profesor, o lo que fuere que se pare delante de la clase escribiendo en un pizarrón negro de tiza (¿se pensaron que nací en la época del pizarrón con marcador? no señor, esa época llegó después, sustituyendo los males al organismo que provocaba la tiza, por el estrés que comenzó a generar que ningún “draipen” funcione). Igual así, sacrificando su propia vida, nuestra existencia siempre era el objetivo a molestar, por eso quiero decirles que nunca nadie me dijo esa frase “a guardar, a guardar”. Lo que hubiera significado el fin de la clase y una especie de “váyanse nomá gurises, pueden volver a su casa. Ah, y no hay deberes para mañana, diviertansén”. Minga.
cada cosa en su lugar,
Es el "graffiti" que siempre soñé hacer en el liceo,
pero nunca tuve las agallas de hacer
Un poco miliquera la cosa. Y un poco utópico el que un día se sentó drogado bajo la higuera de su casa, a sentir la brisa contaminante de un otoño montevideano. ¿Dónde se ha visto que un niño sea ordenado? ¿Dónde se vio que cada niño vuelva a su lugar original las cosas, es más, sin que estas hayan sido despedazadas contra el piso? Soñaba el tipo, y además miliquero. “¡Orden! A ver infante Luciano, se presenta de inmediato a la salita de lectura; recoge sus víveres, sus libros de colorear y su cuaderno viajero, los coloca en su mochila e instantáneamente se le apersona a su progenitora en la entrada del local”.
sin tirar, sin romper
Y seguía drogado el letrista. Claramente vemos que el efecto de las sustancias alucinógenas produce la redundancia en la composición de canciones infantiles, lo sabe todo el mundo. En primera instancia advierte que no se caigan las cosas, lo que parece lógico, “pendejo guardá rapidito todo y no tires nada”. Y en segunda instancia, cayendo en la realidad de los hechos (justamente cayendo) advierte que, bueno, si vas a dejar caer algo al piso, que procure no romperlo. Parece un poco estúpido el razonamiento ya que si es un objeto rompible, la sola caída lo hará romper. Pero me pregunto: ¿qué lleva un niño a un jardín o escuela que se pueda romper? Los vasos expresamente se solicita que sean de plástico, los cuadernos tampoco ya que al caerse más que ensuciarse, porque la empleada no fue el día antes, no va a pasar. Ustedes me dirán instantáneamente: ¡los juguetes! Y acá con el orgullo que me asiste les argumento: los maestros/as roban los juguetes de los niños. Sí, y acá confieso el único recuerdo que tengo de mi edad preescolar: solía llevar algún juguete al jardín, sobre todo si era el chiche nuevo que mi tía o algún allegado me regalara. Es como el libro que uno lleva para leer en un viaje, uno en el jardín iba a tratar de pasar lo mejor posible. ¿Y qué pasaba? La maestra siempre se encargaba de asignarme un castigo con el objetivo de esconder mis juguetes fuera de mi alcance, o sea, arriba de los muebles; con la promesa de que a la salida serían devueltos. Jamás. Nunca me fueron devueltos, hasta hoy guardo ese recuerdo rencoroso de mi infancia. ¿Les dije o no les dije que los adultos tratan de destruir nuestra infancia?
que mañana,
Acá estamos ante el comienzo de la combinación de palabras más espeluznante que un niño pueda oír; ya que casi siempre estas dos palabras van acompañadas de “tienen deberes”, “no se olviden de hacer ‘x’ cosa que les mandé”. Ya que todos sabemos que si hay feriado jamás se nos avisa, es más, hacen todo lo posible para no decirlo y que como giles (no nosotros, nuestros padres) terminemos al otro día en la escuela y/o jardín.
hay que volver.
Bueno, por lo menos no mandaron deberes.
PD- El comité de periodistas al pedo que analizan hasta el más pequeño detalle de textos periodísticos (C.D.P.A.P.Q.A.H.E.M.P.D.D.T.P.) me indagó sobre la cantidad de preguntas planteadas dentro de un mismo texto. Por este motivo debo dar explicaciones y yendo directamente hacia las mismas les digo: mi infancia fue así; la recuerdo poco, y me dejó más dudas que certezas.
-Declaro no conocer al autor de la canción, ni su adicción al vascolet vencido.
-Los juguetes de cuando iba al jardín todavía no han vuelto a mi propiedad, agradezco cualquier información.

¡Pica!

Continuamos con la sección: Cerrame el obturador. Recordamos que estas fotografías son tomadas por el equipo de trabajo de Fijate si puso la puerca; por eso la marca de agua, nunca se sabe...
Yendo ahora sí a la imagen, podemos decir que quizás no se vean sorprendidos al ver un policía de nuestro país observando lo que sucede en la cancha, y no en la tribuna. Contrario a lo que dice el "Manual del milico", y que lo comprobamos en Europa, con cada uno de los oficiales de ferente a la tribuna, y por ende de espaldas a la cancha. Les presentamos un breve fragmento del "Manual del milico" del que hablábamos, en la sección donde aclara esto: "Oficial de turno. Señor comandante y señor sub comandante (segundón). Por la presente informamos que todo policía que oficie de "botón de Estadio" deberá darle la espalda todo el partido a la cancha. Sí, es afirmativo lo que todos piensan; en el fútbol uruguayo ver los partidos de espalda o de frente, resultan lo mismo. Pero bueno, el deber indica que todos y cada uno de los oficiales deberán observar lo que acontezca en las tribunas. Acabamos de decir "observar", nada de vigilar, prevenir o solucionar algún inconveniente. Y si lo fuera necesario, para eso está el instrumento que llevan en su mano; dénle la utilidad que saben. Suscribe, un servidor".
Un poco largo resultó el fragmento, pero todos alguna vez escuchamos hablar a un policía. Esos que una vez que se ven frente a un micrófono sienten la necesidad de utilizar todo tipo de palabras en desuso, palabras que suenan lindo, palabras que redundan en la idea, y vueltas como calesita de Parque Rodó un viernes a las cuatro de la tarde en Semana de Turismo. Y sobre el muchacho en cuestión (el boludo que escraché con la foto), es humano. ¿O me van a decir que ninguno de ustedes estando de espaldas a la televisión reaccionó instantáneamente dándose vuelta para ver qué pasa ante el alarido de un relator diciendo "estáaaaaaaaa"?
Conclusiones y verdades absolutas: el milico siempre te da vueltas para cerrar una idea; y es humano también.


Mujer se casa con un perro

La semana pasada aconteció un hecho sin precedentes en nuestro país, una mujer contrajo matrimonio con un perro. Enlace producido ante la presencia de familiares y allegados, humanos y caninos.
Ella, de 63 años, divorciada dos veces, dijo haber encontrado “el amor que siempre soñé tener, ensucia afuera de la casa, no rezonga, no exige y me sale más barato que un veterano que después se te mea en la cama, tenés que cambiarle los pañales y darle de comer haciéndole el avioncito porque encima se te empaca sino se lo hacés”; declaró a medios locales luego del casamiento.
Al can se lo vio visiblemente muy contento luego del enlace. Según fuentes cercanas dicho perro se habría casado por conveniencia, ya que “la calle era muy dura”, habría dicho el can.
“No era fácil vivir a la intemperie. Fijate que cualquier nabo siempre te tiraba algo pa comer pero más de una vez caí por gil. El vecino de la vuelta siempre me intentaba envenenar, no sé por qué, si yo en algún árbol tenía que levantar la pata pa rociarlo; es una cosa que sale en el momento, uno no lo maneja. Me acuerdo la vez que me dio veneno para ratas, esa vez lo corrí cuadra y media, hasta que me rogó que lo dejara; sino hasta ahora lo estaba corriendo al gil ese. No siempre nos llevábamos mal, una vez me acuerdo que le salvé la vida. Un chorro se le metía porque dejó la llave arafue y de una le mordí el tobillo. Ta, después me encajó un tiro en la pata el hijo de puta, mirá acá, me dieron 35 puntos”, confesaba el canino a un medio local, luego de sacarse las correspondientes fotos y ser bañados en arroz; esto último lo molestó mucho, a tal punto de morder a tres viejas. Lo tuvieron que calmar tirando unos cuetes que el sobrino de su reciente esposa había comprado, quién sabe para qué porque ya estaba grande el pendejo de 20 años; que según afirmaron allegados: todavía no tiene novia.
“Y la vieja es divina”, hablando sobre su reciente esposa. “¿A quién no le gusta dormir a los pies de la cama, calentito en invierno, comer croquetas calentitas, garronear alguna pata de pollo o algún huesito del asado? Toy de lujo. Imaginate que cuando va al supermercado me deja afuera, obviamente mientras uno recrea la vista con alguna chiguagua de vieja millonaria, sin tener que hacerme el boludo rascándome pa en la rambla poder vichar alguna ‘gata’, sin que la vieja se dé cuenta”.
“Nos conocimos como toda persona normal de hoy en día, por Facebook. Teníamos un par de amigos en común, él no tenía privacidad en sus fotos y ahí lo vi. Ahí estaba él oliéndose la cola en la foto de perfil; fue amor a primera vista. No puedo decir que fue fácil. Al principio un poco no nos llevábamos, a él le gusta el reggeatón y escribe como la juventud de ahora; casi que no le entendés. Pero yo sabía que tarde o temprano iba a pasar algo, yo sabía que tenía todo lo que a él le puede gustar: casa, comida, abrigo y un paseo a diario por la rambla, alguna plaza, o por el mismo centro”, fueron las declaraciones de la mujer recién casada.
Según un estudio realizado por un científico canadiense, conocido en el medio, Henry Pámelachu (quien sigue viviendo en Uruguay ya que además de que lo dejaron olvidado en nuestro país, perdió hasta los documentos apostando al roba-montón con los vecinos del barrio; entonces sigue dedicando su vida a investigaciones sobre la vida del uruguayo promedio, con el sueño de volver a su país y no pisar suelo oriental nunca más); el 35 % de las mujeres mayores de 55 años, viven con un can como único acompañante en su casa. Una cifra muy alta, teniendo en cuenta que el 40 % sufre el síndrome llamado “sueño con ser Susana Giménez y arranco comprándome un perro”. A esto Pámelachu aclara que “es un síndrome poco duradero: o lo cortan de raíz matándole el bicho haciéndole comer cemento debajo de las ruedas de algún camión; o ésta termina alejándose definitivamente de su familia para cumplir su tan ansiado sueño”, fue la opinión del científico, a quien se lo ve muy bien adaptado a la jerga local.
Fotografía del reciente matrimonio. Notoriamente felices, o bueno, en ese momento era ella la que estaba feliz. Ya que en ese instante se encuentra calmando al animal luego de envestir contra su sobrino homosexual de tardía maduración, quien luego de explotar unas cañitas voladoras, fue envestido ferozmente por el can; sacándole medio tobillo que se sumó a la colección, junto a la pollera de la vecina, los calzones de la misma, y la mano del tío luego que este le dijera “venga minino pechocho del tío”.

Cerrame el obturador

La foto es real. Con motivo de estudio me encontraba en ese bar de Montevideo tomando fotografías; hasta que vi a esta persona.
Quizás debí acercarme a preguntarle: "disculpe, ¿usted es Woody Allen?". Pero temí que su respuesta fuera: "no nene, dejame entrarle a los ravioles que tengo hambre".
Hasta hoy me quedaré con la interrogante, probablemente si era él; a las pocas horas estaba escribiendo su próxima película a cerca de su presencia en el tercer mundo y su encuentro cercano con un paparazzi.