Comúnmente no me encuentro en la situación personal de mirar boxeo por televisión; y mucho menos concurrir a un escenario deportivo a hacerlo (ya sé lo que piensan, quién no vio en la calle a dos boxearse gratis para todo el mundo, o en el Obelisco de Buenos Aires a hinchas con la Policía Federal; todos pasamos por eso, pero me refiero al deporte boxeo en sí).
Lo que me llevó a ver una noche de boxeo “profesional” fue, como creo que a todos les pasa en este mundo (nadie en sus cabales puede sentarse a ver boxeo), el ocio. Un poco alcoholizado, sí, pero con una noche que lo único que prometía era un cara a cara con la almohada. Entonces por qué no mirar lo único que la televisión ofrecía, además de un programa de televisión que habla sobre la televisión, pero que sólo habla de Gran Hermano.
Tampoco es que miré toda la jornada boxística (opa, entré a hablar como periodista de boxeo; sí es que en realidad existen), sino que me dispuse a observar la pelea de fondo, esa a la que se supone que van todos a ver, entre Cris Namús y una gallega llamada Loli (buen nombre para actriz).
La sorpresa no sólo fue encontrarme con un hijo de Kesman absolutamente empapado en lo que refiere a conocimientos sobre boxeo (o tal vez me estaba cagando, de última no sé nada de boxeo), sino también seguir confirmando que al Palacio Peñarol le vino bien el incendio del Cilindro.
Algo particular de la velada (no dejo de asombrarme de mí mismo, no paro de meter palabras boxísticas, mirá, ahí te metí otra) fue una especie de alfombra roja que se desarrollaba previo a la pelea de Namús. Los encargados de la transmisión (el hijo de Kesman era uno, el otro no sé quién era; todo bien con él, se notó que sabía de boxeo, pero yo no) iban realizando una breve entrevista a varias de las celebridades de nuestro país. Al estilo alfombra roja de Hollywood iban siendo entrevistados para mostrarles al mundo que estaban presentes en la “gran noche”. Alejandro Balbi, Víctor Dellavalle, Jorge “el guapo” Larrañaga, el colorado de Omar Gutiérrez, el golero de Cacho, Cacho, las Chin Chin, Pelusita, Taraletti, la boba que canta con Taraletti, y hasta Laura Martínez; fueron las celebridades a las que seguramente se les hizo formar una filita e ir pasando a ser entrevistados por Kesman, el hijo.
Yendo directamente a la pelea, ya que es mejor obviar la deplorable entrada al cuadrilátero (otra más, y van), donde una entraba haciéndose literalmente “la pesada” con música rapera estadounidense, detrás de su entrenador quien con un cigarro apagado en su boca ponía cara de “malo”, al mejor estilo película norteamericana (se ve que recién llegó Rocky I a España); y la otra, la uruguaya, la nuestra, la que defendía a tres millones, la boxeadora local, la modelito que te llena la cara de dedos, el “bombón asesino”: entró con una cumbia, aludiendo a su apodo de mierda.
Bueno, no iba a hablar de la entrada de las boxeadoras pero lo hice. La pelea en términos futbolísticos podría decirse que tuvo a una gallega de menos a más (sí sí, Kesman chico lo dijo, pero se le escapó, esa es de fútbol viejo). Y por el lado de Namús encontramos a una boxeadora tan mala, pero tan mala, que uno que no sabe absolutamente nada de boxeo (excepto el concepto de que dos personas se entren a cagar a piñas arriba de un ring) se da cuenta. Claro, de esto no se percataron los jurados, quienes terminaron decretando como ganadora a la uruguaya. ¿Localistas? Es poco. Tengo el recuerdo de haberme sentado alguna otra vez a ver boxeo, y escuchar que uno de los jurados se llamaba Hugo De León. Hasta el día de hoy no sé si es “el Hugo” o si es otro, pero la cuestión es que ayer también era jurado de la pelea. Esto me lleva a pensar que es una especie de jurado internacional y que lo mandan a todas las peleas del mundo, y que seguramente estaba en aquella donde Tyson le comió la oreja a su rival; o que estas peleas están más armadas de lo que uno piensa y este Hugo De León siempre está disponible para una changuita de estas.
Es increíble darse cuenta de que el boxeo no es un deporte no solamente por el hecho de que dos cristianos se surtan arriba de un cuadrilátero; si le vamos a llamar deporte a esto entonces también llamémosle deporte al lanzamiento de botellas al muñeco, al insulto al línea, a correr el 151, a la meada en el árbol o al intentar llegar al fondo en un 407 a las ocho de la mañana. En cualquier deporte bien llamado el referee debe ser neutral; ta, aquí el referee es el mismo pelado desde que boxeaba Dogomar Martínez, pero te la llevo, dentro del ring el papel de un referee es menor (así a simple vista por un ignorante del boxeo), pero por lo menos los jurados deberían ser neutrales. Digo, tenemos a Argentina acá nomás, péguenle un llamado a la Asociación que corresponda y traigan un par de jurados extranjeros.
Esto de que los jurados sean de la misma nacionalidad que la botija uruguaya es poco menos que sospechoso; sobre todo para aquellos que sostenemos que es parte de un entramado del gobierno para seguir promoviendo el “knockout a las drogas”. En donde de a ratos se nos haga comer la pastillita de que es un plan que rinde, que saca boxeadores todo el tiempo, que pegan el pase a Italia y que aseguran su vida. Por eso a Cris Namús le traen a cualquier vagabunda que ande en la vuelta a pelear, para que siga yéndole bien y que el público coma que es una gran boxeadora.
Seamos sinceros, la gallega que peleó el sábado estaba comiendo golosinas minutos antes de pelear, que alguien me avise dónde está la conducta deportiva; yo si voy a jugar un fútbol 5 ya un rato antes no como nada porque nadie en este mundo puede hacer deporte luego de ingerir alimentos.
A pesar de todo esto el “bombón asesino” como boxeadora es parecidísima a cualquier botija de liceo que se agarra de las mechas con la compañerita por el plancha bobo que tienen de novio. No alcanza que se le traigan flácidas boxeadoras, veteranas casi retiradas, porque igual la surten durante diez rounds. Pero para esto estaban los benditos jurados; él, con su gorrita azul, sus lentes, su barba de una semana y su camperón Fila de nylon, la votó a ella igual.
Varias cosas: ¿el juez es el único en Uruguay?, el Bómbon asesino es un apodo de mierda como el tema ese, las entradas del box apestan (recuerdo la de Apolo Creed, creo que ahí la pudrieron para siempre), la farandula uruguaya es una mierda, sí se puede comer cerales antes de competir, y les hizo muy bien el incendio del Cilindro.
ResponderEliminarPero la mina no comía cereales, comía dulces, golosinas. Por eso el apodo "sugar" que supuestamente tenía la catalana.
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