Ya
sabrán que soy Chanchito, no es necesario aclararlo porque prácticamente soy el
único que escribe en esta página que se está sumergiendo en una decadencia
absoluta. Decadencia casi como la de Bella Vista, la diferencia es que nosotros
lo admitimos, la similitud es que no abandonamos el barco.
Como
la mayoría de las columnas en esta página, ésta también se trata de una experiencia
de vida. Una de esas tantas que parecen guionadas para que se me aparezcan
adelante. Como perrito que mueve la cola para salir a jugar, estas situaciones
de vida me piden a gritos que las escriba.
Esta
experiencia ocurrió en… Adivinen: un ómnibus. Pensándolo bien, no es que yo
abuse con el tema ómnibus, es que uno vive tantas horas de su vida arriba de un
transporte colectivo, que creo que estamos perdiendo horas y horas de vida en
ellos, por eso comienzan a transcurrir cosas importantes.
Retomo
el tema (mal hablaría de mí si no lo hiciera, cuando acabo de presentarlo como
tema de la columna). Pasa que uno se cuelga en charlas de fútbol que tiene
cerca, es algo natural, uno no puede evitar el bocadillo sabio que tantos años
de fútbol me han dado; lo que pasa es que tenía lejos a los interlocutores.
El
problema es cuando esa charla te engancha, pero te seguís resistiendo a
participar, es una decisión tomada. Y la charla continúa, y vos estás a punto
de reventar, ¡el tipo que está hablando no sabe una mierda de fútbol!
Es
el tema que cualquier sabelopoco (¿inventé esa palabra?) toca cuando se dispone
a remontar una charla que ya venía sin temas: Barcelona – Real Madrid. Palabras
textuales: “y este Mourinho es lo que tiene… En las que duelen siempre le gana
el Real al Barcelona”.
No
miento, dijo eso. No estoy disfrazando lo que dijo. Dijo eso… Lo dijo.
¿Necesito agregar algo? Mejor no, me pondría violento.
Sigo
tirando frases: “si Brasil y México juegan diez finales más, México no le
vuelve a ganar”. A ver… ¿Hacia dónde va esa metáfora? Nunca entendí el propósito
de ejemplificar con la exageración. Tá, se me dirá que la AUF anduvo cerca de
fijar 10 o 15 finales según el derecho de ganar la tabla anual o dependiendo de
la diferencia de goles en partidos de visitante los días feriados laborables.
Pero en ningún otro caso de la historia de la humanidad se juegan diez
partidos consecutivos que terminen comprobando esta probabilidad estadística
que utilizan los pelotudos que quieren reafirmar su idea contraria a la
realidad.
Sí,
dije realidad, ¿y qué? La realidad es que México le ganó a Brasil, y punto.
Esos otros diez partidos armalos vos y comprobá tu teoría.
Seamos
francos (pero no dictadores), el tipo no sabía nada de lo que hablaba. Y no soy
Psicólogo (ni soy nada) pero si yo hablo con alguien que… Eso, termina sus frases
en “que…” es porque esa persona se quedó sin palabras. No hay vuelta de tuerca,
no sabía qué más decir.
Y
unos puntos suspensivos, que si existiera la mayúscula para las puntuaciones,
serían unos puntos suspensivos así de grandes (así).
El
exceso de adjetivos para remarcar la idea (también con unos puntos suspensivos
así de grandes) es otro gran indicio de un pelotudo parlante. Un consejo: no
agregues adjetivos, tu frase no va a ganar en valor, las personas que te rodean
no se van a emocionar más con lo que decís. Es como los signos de exclamación,
con uno solo alcanza, más de uno es de gil. Los adjetivos son para los
relatores de fútbol o para los comentaristas que miran el fútbol de espalda
(porque miran las repeticiones en el monitor, bueno, capaz que lo tienen de costado),
porque tienen que rellenar eternos minutos vacíos. Tá, también los rellenan con
“chistes” de pelados, de homosexuales, o de homosexuales pelados.
No
solo que mi indignación comenzaba a ponerme de cachetes colorados por la
presión que estaba levantando al escuchar a un idiota que levantaba su voz
cuando creía tener la razón. Sí, gil, me di cuenta que cuando te tiraron el
tema política hablabas bajito, y cuando la tirabas al córner para volver a
hablar de fóbal volvías a levantar la voz. También levantabas la voz cuando
hablabas de autos, pero sobre eso no me voy a remitir porque soy yo el que no sabe
nada de autos. Hablo de un viaje interdepartamental, claro. ¿Qué te pensaste?
¿Qué soy de los que se duermen en el 143? Bastante tengo con las contracturas
que me provoca la computadora, no soy suicida tampoco.
La responsabilidad de
todos los conceptos vertidos es de Chanchito. “Fijate si puso la puerca” se
deslinda absolutamente de toda demanda que pueda realizarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario