¡Siiiiii chicos! ¡Volvió el análisis de canciones infantiles!


¿Extrañaban nuestros análisis de canciones infantiles, chicos? ¿Se cansaron de ir a la escuela y no entender qué puta cantaba la gangosa de la maestra que te tocó este año, mis niños? ¿Movían la boca haciendo como que cantaban la canción porque, total, la mayoría de la clase ya la sabía, menos vos porque la rata de tu maestra no fue capaz de hacer fotocopias para todos y vos tuviste que compartirla con la bigotuda de tu compañerita, mis chicuelos? ¡Volvimos! Acá estamos para analizar las canciones que te hacen cantar en la escuelita, ahora sí las vas a entender pedacito de un limitado.
Dale, soltá esa tiza y no intentes hacer lo mismo que el tío, sacate eso de la nariz. Ponete los lentes cuatrojos y vichate esta cancioncita que hoy te traigo para vos, mi chiquitito.
Para ustedes y nada más que para ustedes, el análisis de La Farolera:
La Farolera tropezó, y en la calle se cayó…
Empecemos con una aclaración, estamos hablando de la época Colonial. Yo sé que todavía no avanzamos mucho de esa época a hoy, pero como que eso de faroleros ya no corre. La muchacha, llamémosle Raquel, ejerce el oficio de farolera, es decir, “enciende” los farole’ en la calle. Veremos si es cierto, veremos si no hay una metáfora escondida. Por lo pronto vemos que se pegó un tropezón.
Parece un poco obvio, si tropezó y nos basamos en la estadística, el 49% de las personas caen al suelo. Si es farolera y como se hace hincapié en ello, entonces se encontraba en su hábitat de trabajo: la calle, porque perfectamente se podría haber dicho “Raquel pelaba zanahorias y tropezó, y en la cocina se derrumbó”; y no. No me gustan las cosas obvias, acá hay gato encerrado.
Y al pasar por un cuartel, se enamoró de un Coronel…
Si nos quedamos en la chiquita “pasar por un cuartel” es normal en su trabajo, tenía que prender los faroles de la cuadra y bueno, tuvo que pasar. Ahora, el Coronel es de los rangos más altos en un ejército, ¿qué hacía en la calle para que la farolera justo al pasar lo viera? Empiezo a descreer totalmente. Acá esto tiene un cartel escrito por todos lados: la farolera no era farolera, era prostituta. No pasaba en frente al cuartel prendiendo los farole’, fue detenida como cualquier meretriz que trabaja en la calle y por mes termina dos o tres veces entre rejas. Es obvio, tantas veces terminó detenida que conoció al Coronel, y como todos sabemos, tuvo que “pagar” el precio de su oficio y de su libertad, conociendo un poco más a dicho Coronel, llamémosle Eduardo.
Eduardo era muy bueno con ella, se compadecía de tener que verla sacrificándose por su familia en la calle, vendiendo su cuerpo, y él siempre tenía que hablar con ella. Al principio sí, se aprovechó de su oficio y a cambio de la libertad la hizo pasar momentos difíciles, a los que ella ya estaba acostumbrada. Luego, con el tiempo se fue apiadando de Raquel y no la obligaba a tener sexo con él, simplemente la escuchaba. Y así ella fue enamorándose de Eduardo. Coronel pero humano.
Alcen las barreras para que pase la Farolera…
Esta parte de la canción me sugiere apuro, me sugiere a “ahí viene, ahí viene, rapidito abran las barreras y haganlá entrar”, y todos los botones en la puerta acelerados, apurando el paso porque algo pasaba, todos lo sabían menos Raquel, “la farolera”.
De la puerta al sol, pongo la escalera y enciendo el farol.
Lo que pensábamos, una terrible y trágica metáfora: la cosa se complicó con la relación que Raquel y Eduardo comenzaron a tener. Ella muy seguido acusaba de abuso a sus clientes para terminar en el cuartel todos los días y poder ver a Eduardo. Eduardo era casado y el rumor en la ciudad ya había circulado. Todos los escoberos, plumereros y demás faroleros ya se habían enterado del romance, y la vida pública –que ya había sido cuestionada en varias oportunidades por el Jorge Rial de época- de Eduardo corría peligro. Entonces… Lo que se suponía, había que terminar con la vida de Raquel, que se había vuelto una amenaza. Además… En el fondo Eduardo sabía que terminar con ella era la mayor muestra de amor que podía darle, ayudándola a terminar con la vida que estaba llevando.
(Es la foto más parecida que encontré a una prostituta de la época Colonial). Ahora cuando vayas a la escuela o cuando te agarren de gil y te toque disfrazarte de escobero en algún acto, vas a entender mejor cómo era la vida de estas personas. Soltá ese libro, dale, no te va servir cuando tengas que salir a robar billeteras o entrevistar sindicalistas.

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