La verdad detrás del té con scones


A la redacción de Fijate si puso la puerca nos llegó una información confidencial, la que a continuación revelaremos. Según datos que nos fueron acercados gentilmente en una sobria y desgastada carpeta, estamos en condiciones de afirmar una verdad que ya era secreto a voces: las maestras nacieron viejas.
Varias estadísticas comprobarían estos datos. Durante estos últimos diez años se realizó una encuesta a casi todo el país (no, no se pudo terminar, es como el censo), por parte del Politólogo Luis Gerardo González, más conocido como el “Ciego” González.
El por qué del apodo viene de la mano con la motivación que el Ciego tuvo para realizar dicha encuesta. Según nos confirmó personalmente, quedó ciego en un incidente provocado por la vieja y querida quebrada de tiza en el pizarrón; cual si fuese una bala teledirigida cayó directamente sobre su ojo izquierdo, dejándolo instantáneamente ciego.
“Era mi primer día de clase, recuerdo. Estaba en primero y como novato que era me senté adelante, ¡¿para qué?! El único recuerdo que tenía de ese día era ‘qué vieja la maestra che, ya estaría pa’ jubilarse, ¿no?’. Cuando se dispone a escribir su nombre en el pizarrón, como toda tiza nueva quebró y de golpe me saltó un trozo en el ojo. ¿Por qué me quedé ciego totalmente si se me clavó en un solo ojo? No sé, me hablaron de ‘mala praxis’ un tiempo después”, comentó el Ciego en una nota mano a mano con nuestro reportero estrella, ese que se creyó periodista deportivo y ahora terminó entrevistando Politólogos desempleados que buscan un minuto de fama con una entrevista más chota que Bottinelli y el hijo juntos.
Para entender perfectamente la motivación de la encuesta –nosotros hasta el momento no la entendíamos- lo consultamos al respecto, y nos contestó lo siguiente: “en primer lugar, como te decía, porque me pareció muy vieja la única maestra que llegué a ver. Y después porque todas las que tuve que escuchar tenían voces de viejas ya. Y bueno, la motivación exclusiva surgió de un asado con los gurises, como todo, ¿vio?”.
La encuesta arrojó datos sorprendentes: el 99,9% de las personas contestaron que sus maestras rondaban entre los 55 y 100 años (pensamos que “100 años” fue una respuesta exagerada de un exagerado, pero en realidad entendimos lo que quiso decir).
Según pudo saber la encuestadora NÚMEROS (Norteamericanos Última Mamíferos Expertos en Robar Objetos Sabrosos) las personas contestaban con la seriedad que ameritaba la encuesta y sorprendió una única respuesta sobre una maestra inferior a los 30 años. NÚMEROS pudo saber que se trataba de una maestra a punto de ingresar a trabajar en una escuela y por eso su respuesta afirmativa ante la pregunta “¿conocés una maestra inferior a los 70 años?”.
“Un poco tendenciosa son las preguntas” afirma la competencia (FACTURAS), “la verdad nunca es tendenciosa” contesta NÚMEROS.
La encuesta arrojó ese 0,01% que en realidad es falso, dicha maestra se encontraba a punto de agarrar horas en una escuela rural, pero no fue contratada por “falta de experiencia y de antecedentes (penales) en el trato con niños (a golpes) en su vida cotidiana (fastidio de los demás, práctica de la brujería, aparente simpatía hacia el resto, golpizas correctivas para con sus hijo/as, y tintazo asesino en la cabeza)”. Aparentemente, y como nos hizo saber NÚMEROS, son reglas básicas y fundamentales que están en la tapa del libro para contratar una maestra. “Pero claro, nadie lee la tapa del libro” contestó el Ciego González, a lo que preferimos no repreguntar, por educación.
Fijate si puso la puerca, comprometido con la causa decidió investigar por sus propios medios. Contratamos un infante (por una módica suma de dos alfajores, una Coca 600, unas papas chips de las chicas, y cien mil dólares), que infiltramos de túnica, lo hicimos preguntarle a sus compañeritos qué ómnibus le servía y cuánto sale dicho boleto, le desarreglamos un poco la moña, lo surtimos con todo tipo de provisiones necesarias para sobrevivir en el recreo (trincheta, pelota, chinelas para marcar el arco, celular con cámara y un rifle); y lo dejamos prontito para investigar.
Al final se raboneó porque la maestra faltó y gastó todo lo que le dimos apostando en el casino más cercano. Por ende acudimos al boca a boca y golpeamos un par de niños para que confiesen si su maestra supera los 50 años. Muchos contestaron que no sabían pero creían que sí, otros suplicaron -entre llantos- clemencia y que aflojáramos con las trompadas porque usan brackets, y otros tantos afirmaron que la vieron cobrar jubilación y negaron rotundamente que estuviesen investigándola para robarla a la salida del BPS.
Creemos haber aportado suficientes datos para comprobar una verdad: nunca nadie tuvo una maestra joven, las maestras nacen viejas y se reproducen entre sí, engendrando más maestras viejas que son las mismas que todos tuvimos.
Y una sola aclaración: el que no vio reventar una tiza en un pizarrón es porque es de este mismo siglo (el siglo de los pizarrones con marcadores*) o porque fuiste a un colegio privado y cuando caminabas por la calle mirabas a la gente con cara de “qué lindo que soy, la gente me deja pasar”, hasta que descubriste que tu viejo cascaba a tu madre y pasaste a ser un chico/a rebelde que soñaba con ser un Erreway y tener tu bandita de rock & roll, que en realidad era puro pop, pero no lo sabías.
*Ojo, el pizarrón con marcadores se presta para la joda del marcador permanente, Ah, ¿nunca la hiciste? Bueno, dejá de mirarle las tetas a tu compañerita de segundo año de escuela (no me extrañaría) y comenzá a ser funcional con tu rol de escolar.

Más comprobaciones: googleamos “maestra  de escuela loca” (para dar color) y la primera imagen es de una maestra vieja.


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